Arjun Appadurai: "Muchas personas están cansadas de la democracia"

El antropólogo define la nueva democracia y la visión de las  sociedades. (Crédito foto:  Fundación Medifé)

Nació en Bombay, vive en la ciudad de Berlín -donde escribe e investiga- y es profesor en la Universidad de Nueva York. Esta semana pasó por Buenos Aires -la última vez fue en el 2000- y su travesía por el mundo funciona como pincelazos de su objeto de estudio más preciado: la globalización.

A través de ella, al antropólogo indio Arjun Appadurai busca entender dónde está parada hoy la democracia, cómo es percibida por la población y qué pasará si, como él percibe, los votantes siguen escogiendo líderes que ofrezcan soluciones rápidas, casi como un fast food, sin controles y con instituciones débiles. “La democracia hizo un giro a la derecha, y esto genera que el autoritarismo sea un riesgo”, aseguró en diálogo con Infobae el autor de obras como La modernidad desbordada, donde plantea un mundo multicultural por la información y las migraciones.

Su nueva publicación  Hacer negocios con palabras. El fracaso del lenguaje como clave para entender el capitalismo financiero (Siglo XXI) pone el foco sobre el sistema financiero y el lenguaje en vez de los números, con una conferencia en el Malba como parte del ciclo de Conversaciones organizado por la Fundación Medifé, y que el 12 de diciembre tendrá todas las miradas sobre Richard Sennett en el Centro Cultural de la Ciencia.

-Su conferencia  se basó en una democracia que caracteriza como fatigada. ¿Por qué la identifica con ese adjetivo?

-Mi idea no es tanto que la democracia está fatigada, sino que la gente está fatigada de la democracia. Muchas personas están cansadas de la democracia. Están usando métodos democráticos, como las elecciones, para dar el mensaje de que están cansados de la democracia. Hay una paradoja. Están diciendo que la democracia no está funcionado para ellos: que es muy lenta, que no representa bien a la sociedad. Entonces, eligen un líder al que no le gusta la democracia a través de las elecciones.

-¿A qué líder se refiere específicamente?

-Trump. Pero también (Narenda) Modi, el primer ministro de India, en un modo distinto, líderes como Xi Jinping, en China, también (Vladimir) Putin, (Recep) Erdoğan. Son todos líderes muy populares. Los electores están diciendo, a través del voto, queremos soluciones rápidas, que las cosas se muevan rápido. Sin largos debates, extensas discusiones.

-Y en esta fatiga que usted observa por parte de la sociedad del sistema democrático, ¿por qué predomina un giro hacia la derecha?

-Creo que del lado de la derecha prometen resultados rápidos. Y también prometen que será en nombre de la nación. Identifican gente trabajadora como la gente que ganará en esa estrategia. Sería como el “America First” de Trump o el “India First”, el mantra de Modi. Es un mensaje cultural de que esa población representa al país y que fueron empujados por otros, gente de raza negra, musulmanes, quien sea. Y mandan el mensaje de que se quiere restaurar. Y este líder promete hacerlo.

-Pero si la sociedad está cansada de la democracia, ¿cómo llamaría a este nuevo sistema político? Porque no es autoritarismo…

-No, no lo es. No lo es aún. Es una especie de nacionalismo democrático. Muy nacionalista. Es una democracia con mayoritarismo. Quien sea la mayoría dice ‘de esto se trata este país, todos deben estar subordinados a nosotros’. En los Estados Unidos, es un mensaje para los blancos. ‘Este es nuestro país, no es para los latinos, no es para los negros, no es para los musulmanes’. El mensaje es éste: es nuestro país y lo queremos recuperar.

-Pero en el mediano plazo, ¿una democracia de ese estilo no cae en el autoritarismo?

-No necesariamente, pero hay una tendencia hacia esa dirección. Estos líderes son todos hombres fuertes, como en América Latina, son caudillos. ¡Así! (golpea el puño sobre la mesa). Putin, Modi, Trump…son todos machos. Hay un movimiento hacia atrás de cuál es el comportamiento adecuado del hombre y la mujer, de las mayorías y minorías. Lo llamaría un nacionalismo mayoritario, que tiene un potencial de que el próximo paso sea un autoritarismo. Si hay una mayoría que se sintió apartada y tiene la chance de volver, el potencial de rabia, de enojo contra las minorías es muy alto.

-La democracia requiere de “controles y equilibrio”, de organismos e instituciones que miren de cerca y auditen a los poderes, y que institucionalicen la toma de decisiones. ¿Cómo se mantiene si las personas piden a líderes que otorguen soluciones rápidas?

-Es peligroso, porque la democracia siempre requiere de instituciones. No hay democracia en ningún lugar del mundo que otorgue resultados de un día para el otro. Porque la democracia requiere debates, de estar de acuerdo, de estar en desacuerdo, de llegar a un punto común. Los resultados rápidos son peligrosos. Cualquier deseo de resultado rápido no es amigo de la democracia. Deliberamos, discutimos. Discutir lleva tiempo. Y que la gente se aburra de discutir es fatal para la democracia. En los Estados Unidos, existen aún los controles y equilibrio, pero Trump está trabajando muy duro para removerlos. 

-¿Y no hay una caída al autoritarismo si se eliminan las instituciones?

-Si la mayoría de los votantes decide que no quieren deliberación, sólo quieren soluciones rápidas, no hay corrección. Estoy muy interesado en esta idea de que las cosas se hacen en nombre de la gente, del pueblo.

-¿Cómo analiza el populismo en América Latina en la actualidad, con la situación de Venezuela?

-La región está peleando entre dos populismos: el de la izquierda y el de la derecha. Es una batalla real. Y el populismo de izquierda sigue activo. En otras partes del mundo, hay una derecha de la derecha. En India, por ejemplo, los partidos comunistas son muy débiles.

-Entonces, ¿para usted la Argentina hoy atraviesa un populismo de derecha?

-No es el de izquierda como durante el kirchnerismo…Hay un giro pro mercado, hacia remover ciertas protecciones sociales en nombre del crecimiento. Es un giro a la derecha. El kirchnerismo no era totalmente de izquierda, pero ahora hay un movimiento a la derecha.

-¿Pero en qué se basa para decir que el gobierno de Macri es populista?

-Hay mucha gente de élite que controla el país y hay seguidores de población pobre, que los respeta. Eso es populismo. Incluso respeta a esos líderes aunque no vayan a favor de sus intereses.

-En su último libro hace foco en la crisis financiera de 2008. ¿Qué se ha aprendido en retrospectiva sobre ese capítulo de la historia?

-Las finanzas siempre están tratando de capturar el  futuro. Se debate sobre algo que hará dinero en el futuro. Es muy difícil de controlar, porque se prometen grandes cosas en el futuro. El valor futuro del dólar, el futuro valor de un commodity, real estate subirá. Es todo mirando hacia delante. Y se hace dinero de ese proceso. Es difícil de regular porque es sobre valores futuros y cómo especular sobre ellos hoy. Regular es difícil porque promete grandes beneficios. Y ese beneficio es para poca gente.

-¿Y cómo se balancea ese beneficio?

-Bueno, yo planteo que las personas deberían estar autorizadas a ser ellas mismas en el mercado, sin nadie en el medio, que tomen el dinero y se lleven la ganancia. No tiene que estar en la mano de un 1% de la población.

-¿Pero cómo se logra esto en países con poca educación financiera?

-Sí, la educación financiera es muy importante. Creo que debería comenzar en el secundario, por los conceptos más complejos. Empezar antes con la educación financiera es importante, no cuando tengan 25 ó 30 años. Debería ser como estudiar un lenguaje distinto, no requiere matemática compleja. No digo que todos tengan que ser traders, pero sí marcar una presencia en el mercado.

-En su libro se refiere al fracaso del lenguaje para entender las crisis financieras. Más allá de la falta de educación financiera, ¿qué más falló?

-Hay que reconocer que las finanzas funcionan a través del lenguaje. Uno promete algo al otro: si el valor es esto, me pagarás eso; si el valor es eso, me pagarás aquello. Es una acción lingüística, no numérica. Tenemos que entender que los mercados financieros dependen de lenguaje, de contratos: no hay producto, es todo palabras. Entonces, eso tiene que ver con el lenguaje, y cómo hace dinero. Si podemos trabajar en el frente de educación financiera y el lenguaje, hay chances de que las finanzas se abran más allá del 1% de la población más rica.

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