En 2008 era uno de los galanes de Patito Feo, la tira local que triunfó en el mundo. Andrés Gil (28) estaba en pósters, remeras, banderas y gorros de muchísimas ciudades. Incluso en Roma, adonde entonces no imaginaba que iría a vivir una década después… Pero el golpe que trastocó su vida se dio sin que él lo buscara: “Tuve la fortuna de que Alejandro Stoessel me viera en la obra del teatro del colegio, porque su hija, Tini, iba al mismo instituto que yo. El me dijo: ‘Che, ¿por qué no te venís a hacer el casting de Patito Feo?’. Yo le respondí: ‘¿Estás seguro? Mirá que nunca hice nada’. Me aconsejó que probara. Finalmente entré por un personaje de dos semanas, me quedé dos años, ¡y le agarré el gustito!”, admite Andi, hijo de un ingeniero industrial y una profesora de gimnasia para embarazadas y quien ahora, risueño, reconoce que “siendo el tercero de cuatro hermanos, tenía que lograr llamar la atención de alguna manera”.
¡Y vaya que lo logró! Tras Patito se metió de lleno en el siguiente proyecto de la misma productora, Ideas del Sur: Consentidos. Y tras 147 episodios, armó sus valijas y se fue a los Estados Unidos. “Me tomé una especie de año sabático para hacer lo que tenía ganas: jugué al fútbol en el City College de San Francisco y estudié teatro e inglés –cuenta el acuariano e hincha de Boca–. Más tarde me llamaron para participar en el Bailando de Italia (Ballando con le stelle). Fui pensando que volvía a los tres meses y…”.
–¡Cómo te equivocaste!
–(Ríe) Sí, mal. Viví allá cinco años. Luego del concurso (que ganó con el 57% de los votos) entré en la novela Don Matteo, interpretando a un argentino que hablaba en italiano. Ahí estuve dos años. Después salió Che Dio ci aiuti, una serie en la que interpretaba a un doctor.
–¿Qué te llevó a volver?
–Una mezcla de cosas. Extrañaba desde tomar mate a la tarde con amigos hasta estar con mi familia. Y me pegó fuerte el día en que mi viejo cumplió sesenta años y yo no estaba acá. Eso me hizo replantearme lo que quería. Además, me había puesto de novio con Cande (Vetrano, 27), y eso fue otro empujoncito…
–¿Cuánto tiempo fueron novios a la distancia?
–Un año, porque se dio así y para nosotros fue natural. Pero confieso que tachábamos los días para vernos. Eso sí, la espera valió la pena.
–¿Ahora están conviviendo?
–No. Cada uno vive en su casa, aunque muchas veces dormimos juntos. Con Cande intento ser romántico a mi manera. Me gusta sorprenderla y muchas veces le cocino: es una pasión que heredé de mi nona italiana.
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“A futuro, mi idea es ir y venir entre Italia y Argentina. Porque allá dejé una vida, muchos amigos y a mi representante, que me sigue mandando propuestas de trabajo”, cuenta el joven, que al volver produjo una muestra fotográfica junto a Vetrano en El Taller de Omar, y protagonizó y produjo la obra de teatro española Sexo oral. “Después surgió la oportunidad de estar en Las Estrellas y ahora en Simona, una experiencia muy divertida. Con los chicos de veinte años me siento un pendejo, hasta que me doy cuenta de que tengo diez más”, admite quien, de no haber golpeado a su puerta la actuación, habría estudiado Filosofía o Psicología.
–Además de diez años más, sumás experiencia. ¿Cuántas películas hiciste?
–Cuatro. Dos italianas, Prisionero de mi libertad y Chiamatemi Francesco –que fue espectacular, porque encarné al Padre Pepe en una villa que recrearon en Roma–, una película independiente argentina –Pendeja, payasa y gorda–, y ahora estoy re orgulloso de formar parte de El amor menos pensado.
–¿Cómo es ser el hijo de Ricardo Darín?
–El sueño de cualquier actor joven. Desde el minuto uno intenté convertirme en una esponja, para absorber lo máximo posible de semejante monstruo. Y realmente, nunca me sentí tan cuidado en un set como con él. Me hacía chistes, me daba consejos y hasta me invitaba a descansar en su motorhome. En la avant première, cuando vi al Chino Darín, le dije “¡vení, hermanito!”, y los dos nos tentamos de risa y nos abrazamos.
–¿Te seguís viendo con el equipo de Patito Feo?
–Bueno, estoy grabando Simona con Gasti (Soffritti), y nos encontramos a diario. A veces veo a Santi (Talledo) y cada tanto me cruzo a Evita (De Dominici).
–¿Te sorprendió cuando ella contó que sufrió bullying en la tira?
–Ay, ¿sabés que sí? Realmente nunca me enteré. Ella era chiquita, tenía 13 años. Cuando lo leí pensé “wow, que increíble”, porque siempre se la vio bien, fuerte y contenta… Pero, claramente, la tiene que haber pasado mal. Todavía no me la crucé como para poder preguntarle.
–¿Y a tu ex te la cruzaste?
–A Bren (Asnicar) hace mucho que no la veo. No sé en qué andará.
–Fuiste el ganador del Bailando de Italia. ¿Cómo te ves con el Bailando argentino?
–(Ríe) No, no. Ya tuve demasiado. Ahora estoy encaminado con la actuación. Además, tengo muchas ganas de escribir guiones de películas y, en el futuro, dirigir. Es una utopía, pero me gustaría contar mis propias historias.
–¿Dejarías la actuación?
–No. Pero hoy en día no existe ser actor y nada más. Hay que abrir la cabeza. Por suerte, gracias a la tecnología, basta una buena idea para concretar algo. Las redes sirven para masificar y mostrar lo que hacés. En la época de Patito Feo no existían Instagram ni los canales de YouTube… ¿Te imaginás lo que hubiera sido con las redes?
Por Kari Araujo.
Fotos: Alejandro Carra, Patagonik
y álbum personal A.G.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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