Las inminentes elecciones parlamentarias supondrán el final de 16 años en el poder sin estridencias
MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
Cuando Angela Merkel llegó a la Cancillería de Alemania en 2005 ya hizo historia, por ser mujer y por haber nacido en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA). Cuatro legislaturas después, y con otros momentos para la historia a sus espaldas, cederá el bastón de mando tras unas elecciones que abren una nueva era, tanto para Alemania como para Europa.
Merkel nació en Hamburgo en el año 1954. Hija de un pastor protestante y de una profesora de inglés, pero se mudó de niña a Quitzow, en la Alemania del Este. Su vocación le llevó inicialmente hacia una carrera científica, pero una vez caído el Muro de Berlín, se unió a una formación llamada Amanecer Democrático, aliada de la Unión Cristiano Demócrata (CDU).
Con Helmut Kohl como aliado, logró en pocos meses un ascenso que le llevaría a ser ministra de Mujer y Juventud en el primer Gobierno de la nueva Alemania unida, antes de seguir progresando en el Ejecutivo federal y en la CDU y de terminar abandonando a quien fuese su mentor en 1999, a raíz de un escándalo sobre donaciones.
Llegó así a liderar la CDU, aunque en 2002 no fue ella quien se presentó como candidata a canciller por el bloque conservador, sino el entonces líder de la Unión Social Cristiana (CSU), Edmund Stoiber, que terminaría perdiendo en la elecciones frente al socialdemócrata Gerhard Schroeder.
La gran oportunidad de Merkel llegó en 2005, con un triunfo electoral que ha dado paso a 16 años de poder ininterrumpido, hasta que en octubre de 2018, tras unos malos resultados electorales a nivel regional, anunció que no se presentaría de nuevo al liderazgo de la CDU y, por extensión, que el actual sería su último mandato.
Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, un canciller en ejercicio renunciaba a presentarse a la reelección, lo que embarcó a la CDU en una accidentada sucesión. Inicialmente, tomó la riendas su sucesora natural, Annegret Kramp-Karrenbauer, pero el experimento no fructificó tras una controvertida connivencia con la ultraderecha en Turingia.
El partido emprendió entonces una larga travesía que ha terminado por llevar a Armin Laschet, que comenzó la campaña como favorito a liderar del Gobierno y la termina sin garantías, con los sondeos apuntando a un ‘sorpasso’ del Partido Socialdemócrata (SPD). El declive de la CDU en las encuestas ha hecho que Merkel se haya implicado con mensajes contra el SPD, su actual socio de coalición, en este tramo final de campaña.
EL PERFIL DE MERKEL
La de Merkel ha sido una carrera sin estrindencias, marcada por un perfil serio y centrista que la canciller ha mantenido inamovible mientras a su alrededor comenzaban a surgir líderes populistas o que buscaban una imagen más amable hacia los ciudadanos. Conservadora, pero no tanto como cabía esperarse en ciertos ámbitos.
Sí lo fue en lo económico en un momento clave. Será recordada a nivel europeo por ser la principal promotora de la austeridad en la recuperación de la crisis financiera de 2008, aunque también por su firme defensa del euro, con una frase especialmente célebre: “Si el euro fracasa, Europa fracasa”.
En lo social, cuenta entre sus principales avales la política de puertas abiertas que adoptó en 2015 durante la crisis de migrantes y refugiados a Europa, así como por haber asumido la necesidad de combatir el cambio climático con políticas públicas.
La pandemia ha marcado sin embargo su último año y medio, con un montaña rusa de popularidad y críticas que ha avanzado al mismo ritmo en que lo hacían los contagios y las restricciones. En marzo de 2021, se vio obligada a dar marcha atrás al conocido como ‘freno de emergencia’ para contener el virus tras días de caos e improvisación.
Los analistas dicen de ella que su gran habilidad política es saber leer el sentir ciudadano por encima de consideraciones políticas y mirar a largo plazo. De hecho, su política de acogida a migrantes derivó en un ascenso inédito de Alternativa para Alemania (AfD), que sin embargo ahora sufre una tendencia a la baja en intención de voto.
Merkel ha convivido con cuatro presidentes de Estados Unidos y otros tantos jefes de Estado de Francia, un país este último con el que ha tejido alianzas al margen de ideologías en busca de una visión –y una defensa– común de la Unión Europea. Solo el ruso Vladimir Putin le ha seguido el ritmo y precisamente ha sido con él con quien Merkel ha vivido los principales altibajos en Europa.
SIN ESTRIDENCIAS
Quizás por lo prolongado de su adiós –hace casi dos años que anunció que se iba– o por su particular personalidad, Merkel se está yendo de la primera línea sin estridencias, a pesar de que la prensa alemana ha dedicado sucesivos titulares a las últimas veces de la canciller a lo largo de estos últimos meses.
El 7 de septiembre compareció por última vez en el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento alemán, y todavía le quedarán unas cuantas despedidas más. No en vano, seguirá siendo canciller en funciones hasta que se forme un nuevo Gobierno y cabe recordar que, tras las elecciones de 2017, fueron necesarios seis meses para consensuar una mayoría.
Y después, ¿qué? El nombre de Merkel ha sonado en los últimos años para prácticamente todos los puestos de relevancia en Europa, pero su potencial político complica que busque acomodo en un nuevo cargo de primer nivel, como presidenta de Alemania o del Consejo Europeo.
Interrogada sobre su futuro en su última rueda de prensa, se limitó a declarar: “Sabré qué hacer con mi tiempo”.
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