Hace meses que Alberto Fernández y Sergio Massa no compartían un escenario, o viajaban juntos a una provincia. Sus diálogos eran cada vez menos fluidos y los resquemores entre ambos empezaron a volverse indisimulables. Pero los ruidos sobre la situación económica, que se volvieron más estruendosos ayer con el anuncio sobre la compra de bonos en pesos a partir de la estrepitosa merma en las reservas del Banco Central, los obligó a mostrar sintonía política de manera urgente.
El escenario para mostrar la reconciliación fue un acto vinculado al Transporte, en Mendoza. Se aplaudieron, y sonrieron. Y, tras bambalinas, discutieron sobre los temas calientes de la agenda económica. En sus respectivos entornos revelaron que hablaron en privado sobre los datos de desempleo, que evaluaron el impacto de la medida de ayer en el Fondo de Garantía de Anses, y el canje en pesos.
En la Casa Rosada están decididos a disimular los roces. “La relación de ellos está bien, como siempre”, dijeron, a pesar de que en el entorno de Massa habían dejado trascender un fuerte malestar, días atrás, al regreso del ex intendente de Tigre desde Panamá, donde participó de la cumbre del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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Como publicó Infobae, el ministro le había reprochado al primer mandatario la difusión de mensajes “en off” en su contra, en los medios, un pase de factura que suelen hacerle desde el kirchnerismo con el concepto “guerra de off”. Les había molestado especialmente que dieran por terminadas sus posibilidades electorales por el fracaso en el cumplimiento de las metas de inflación que se había propuesto Massa al desembarcar en Hacienda.
La discusión no se reduce únicamente a esos trascendidos y se manifiesta desde hace semanas. Una de las primeras señales de alarma fue el faltazo de Massa al acto donde Alberto Fernández celebró sus tres años de gestión. Pero las muestras de discordancia quedaron expuestas en múltiples plantazos del ministro al Presidente, a pesar de que tanto en el quinto piso del Palacio de Hacienda como en la Casa de Gobierno desmentían.
Sin embargo, ayer decidieron, de mutuo acuerdo, forzar una tregua, tras anunciar el decreto que obliga a que todos los organismos públicos nacionales canjeen sus tenencias de bonos en dólares bajo ley extranjera por títulos públicos nuevos en pesos.
La medida, que hoy se comentaba en todos los despachos de la Casa Rosada y organismos afines, provocó especulación y temor en los mercados, y, a la vez, fuerte rechazo de la oposición, donde Juntos por el Cambio dijo que la pesificación “es el mejor negocio para los bancos”; y se hicieron comparaciones con Venezuela. Lo mínimo que podían hacer el Presidente y el ministro, a pesar de los roces, era mostrar unidad política, para llevar tranquilidad al resto de los actores, especialmente de la arena económica.
El Gobierno defiende la medida, mientras gana tiempo antes de las elecciones. Y el kirchnerismo, tercer actor del Frente de Todos, y el de mayor peso, sostiene por ahora el apoyo a Massa, aunque condicionado. Hace dos semanas, en la Universidad de Río Negro, Cristina Kirchner lo obsequió con un halago a la gestión. Y en los siguientes días sus voceros siguieron la misma línea. Sin embargo, el apoyo no es absoluto. Ayer, la vicepresidenta no lo nombró en su discurso en el Grupo de Puebla, y se dedicó a reivindicar su propia gestión económica y la de Néstor Kirchner, entre críticas al FMI y al pago de la deuda, todas ideas que reforzó y que ya había deslizado en Viedma.
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Además, la discusión sobre la suma fija volvió a colarse en la agenda caliente, en una reedición de escenario de diciembre, con cruces entre la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, y el camionero Pablo Moyano. Por ahora, Economía, abocada a frenar la sangría de divisas, no se expidió al respecto.
Después de poner a la vista cierta sintonía con su ministro y acercar posiciones en privado para evitar que crezca la inestabilidad, Alberto Fernández se dispone a viajar a la Cumbre Iberoamericana que se realiza la semana que viene en República Dominicana la semana que viene, por lo que no tendrán más actividades juntos en los próximos días. Y Massa no decidió aún su agenda para el viernes, Día de la Memoria, mientras La Cámpora use el aniversario del golpe militar para denunciar una persecución política y judicial contra Cristina Kirchner.
Desde que asumió, el kirchnerismo avala que el ministro se despegue de los actos y consignas ideológicas de su espacio, y se dedique a gestionar con un perfil técnico. Hasta agosto se esperaba que pudiera pilotear la crisis. Después se plantearon como metas algunas mejoras en el índice de inflación. Y, cuando no se cumplieron, quedó como objetivo central la estabilización. Ahora, el objetivo máximo es evitar una escalada fuerte en la crisis.
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