
“Radial”. El término tal vez vuelva a circular en el peronismo porque alude al modo en que Alberto Fernández busca tejer su relación con los jefes territoriales del PJ: personal con cada uno de ellos. Puede que se gane otro nombre, pero esa práctica –que no es de estilo, sino de fondo- parece alimentar también su amplitud de contactos en diferentes áreas sin definir referentes únicos, algo que en materia económica podría generar ruido en estas horas de especulaciones y vértigo de crisis. Ninguno asoma hoy como vocero específico en ningún terreno. Eso explicaría la falta de eco de la carga de Martín Redrado contra el Gobierno por la escalada del dólar.
Alberto Fernández destaca cada vez que viene a cuento su trabajo con Néstor Kirchner. No se trata de mezclarse en las hasta ahora módicas aunque para nada novedosas distinciones entre “nestoristas” y “cristinistas”; tampoco es un simple señalamiento de su lugar como jefe de gabinete en aquella gestión. Más bien asoma como una concepción compartida, poco orgánica y de centralidad: Kirchner hablaba, negociaba y alineaba en el trato directo sin que importaran las jerarquías, es decir, un secretario de Estado sin necesidad de pasar por un ministro, o un intendente sin pasar por los gobernadores, a los que respetaba en conjunto pero sin liderazgo ni bloque.
Por supuesto, son otros los protagonistas y las personalidades. Con todo, existe un modo de relaciones al “estilo Néstor”, según se escucha en el circuito del ex jefe de Gabinete. Claro que, se ha dicho, cada gesto de Alberto Fernández pasó a ser desde el domingo a la noche un dato político central no sólo hacia la interna. La pila de votos lograda en las PASO lo puso muy cerca de la Casa Rosada aunque el tránsito que resta –consecuencia de un sistema electoral de efectos prácticos negativos y tensionantes- exige al máximo un andar que mida cada paso.

Eso se trasluce en sus declaraciones críticas sobre las últimas medidas anunciadas por Mauricio Macri. De arranque, cuidadas palabra por palabra, en formato de tuits. El cuestionamiento a la quita del IVA para productos de la canasta básica fue de hecho un mensaje por partida doble. Puso en duda su eficacia y alertó por las consecuencias fiscales, especialmente para los gobernadores. Los jefes provinciales venían conversando –algunos directamente y otros por intermedio de sus ministros del área- sobre un reclamo al Gobierno frente a medidas previas e inconsultas (Ganancias, en primer lugar), por el impacto en sus cuentas. El recorte de ingresos por el IVA sumó un ingrediente de peso.
Por supuesto, generó un cruce. La respuesta oficial estuvo a cargo del ministro Dante Sica. Y fuentes cercanas al ministro Rogelio Frigerio –principal motor de las relaciones con los gobernadores desde el arranque de la gestión macrista- destacaron el volumen de recursos federales que manejan ahora las provincias y señalaron que las últimas medidas apuntan a evitar conflictos sociales y garantizar un tránsito razonable en el largo camino electoral. No creen que la tensión con los jefes provinciales adquiera nivel de crisis.
La reacción de Alberto Fernández apuntó a Macri, en coincidencia con los gobernadores, principal componente del armado que llevó adelante desde su consagración como candidato anunciada por la ex presidente.
Ese tejido, en rigor, había comenzado antes, cuando Cristina Fernández de Kirchner dio luz verde a una estrategia para contener y luego desarticular el vuelco de provincias hacia el PJ alternativo o federal. Y siguió el candidato con sentido propio apenas integrada la fórmula: contactos individuales, trabajo de operadores cercanos y visitas a los distritos, todo coronado el miércoles previo a las PASO, en el acto de Rosario. En resumen: relación personalizada y apoyo en conjunto, sin consagrar un referente único ni liga de mandatarios a pesar de reconocer, incluso en la noche del domingo, el despliegue del tucumano Juan Manzur.

La onda expansiva del triunfo en las primarias también parece haber cerrado el margen para algún cálculo electoral propio entre los intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires. Varios de ellos, al igual que candidatos del Frente de Todos que compiten en distritos “amarillos”, se vieron o conversaron telefónicamente con Alberto Fernández esta semana.
Por supuesto, cerca del ex jefe de Gabinete niegan que cualquiera de esos movimientos –o la relación con Sergio Massa, pensando en el Congreso- apunten a afirmarse frente al peso propio de la ex presidente y el tejido de La Cámpora y otras agrupaciones que responden directamente al Instituto Patria. Reiteran, además, que las comunicaciones con CFK son en continuado. La idea sería que hay centralidad del candidato pero ninguna competencia por el liderazgo. El interrogante, de arrastre, es si el poder admite zonas de equilibrio en términos de jefatura.
Mientras tanto, sigue la carrera hacia octubre sigue. Y en el arranque luego de las PASO domina la cautela. Alberto Fernández concentra todo el peso y el mensaje. La señal hacia el interior va en el mismo sentido: evitar cualquier gesto que pueda ser interpretado como un intento de complicar este proceso, nada que sea leído como derramar combustible. La CGT y los movimientos sociales más cercanos también lo registran.
Lo mismo fue trazado hasta ahora en el terreno económico: él mismo se encarga de señalar qué se dice y hasta qué punto tirar de la cuerda. La lista incluye la crítica por el IVA, el reclamo de cuidado de las reservas y el control del déficit, junto a la demanda a Macri para que rediscuta el acuerdo con el FMI, de hecho desdibujado.
Alberto Fernández, señalaban en sus cercanías, “escucha a todos, pero decide y habla por él mismo”. Nada buscaría insinuar sobre potenciales ocupantes de cargos. La explicación de que sólo es candidato resulta útil en estos casos. También el verbo “escuchar”, que en materia económica incluye a Guillermo Nielsen y Matías Kulfas entre los más cercanos.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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