De gustos no hay nada escrito. Y en la búsqueda deseo y el placer, menos. Aún si la práctica o fetiche sea poco usual, como es el caso de los ecosexuales, aquellos que “le hacen el amor” a la naturaleza.
La ecosexualidad -o sexoecología- es un movimiento activista ecológico y una orientación sexual que defiende una forma de vida en unión con la naturaleza en el ámbito sexual y también a la hora de elegir una pareja de vida.
“Probar recursos nuevos es casi una condición obligada en la vida sexual. La rutina, las creencias rígidas, el desconocimiento del propio cuerpo y la incapacidad para aventurarse en el cuerpo del otro son algunos de los obstáculos que impiden el acceso al placer”, dijo el doctor Walter Ghedin, medico psiquiatra y sexólogo a Infobae.
El término fue acuñado en 2008 por los artistas estadounidenses Elizabeth Stephens y Annie Sprinkle del grupo Pony Express. Ambas realizaron un manifiesto ecosexual en donde explican quiénes son los ecosexuales y cuáles son sus principales propósitos:
“Somos acuófilos, terrófilos, pirófilos y aerófilos. Abrazamos los árboles sin pudor, masajeamos la tierra con los pies y hablamos eróticamente a las plantas. Nadamos desnudos, somos adoradores del sol y observadores de las estrellas. Acariciamos las rocas, disfrutamos de las cascadas y a menudo admiramos las curvas de la Tierra. Hacemos el amor a la Tierra con nuestros sentidos”, describe uno de los seis puntos del manifiesto que puso en el radar a este movimiento.
El resto del escrito explica que la ecosexualidad es una identidad y un compromiso con la Tierra, a la que pretenden amar, honrar y cuidar hasta la muerte.
“La naturaleza puede ser un estímulo erógeno para las fantasías y los encuentros sexuales, como hacerlo entre las dunas, en el mar, en un parque. Para los ecosexuales la relación es directamente con la naturaleza, amarla y convertirla en objeto sexual”, describió el sexólogo.
Además se refirió al comienzo del movimiento:”Surge en el 2008 como una orientación que no solo cuida el medio, sino que se vale de él para encontrar en sus variantes una opción de conexión amorosa-sexual“.
“La propuesta de la movida ecosexual elimina toda orientación (hetero, homo, bisexual) y cuestiones de género. Es un contacto íntimo entre un sujeto con el medio natural elegido. Por supuesto que la relación es desigual porque el otro no pide, no guía, no reclama, no tiene orgasmos, entre otras cosas”, comentó el profesional.
Desde el punto de vista sexológico es una relación autoerótica que nutre sus fantasías con los estímulos que le aporta el entorno. No prescinde de otra persona, aunque es posible que la búsqueda de otro se elija a personas que estén en sintonía con el cuidado del medio.
La diferencia con los ecosexo
El ecosexo se diferencia porque las personas que lo practican usan profilácticos, esencias, lencería, hasta juguetes sexuales que no contengan tóxicos o sustancias dañinas para el cuerpo.
Los que pertenecen al grupo del ecosexo focalizan su atención en el cuidado del cuerpo usando materiales que sean naturales, es decir, que no contengan químicos o derivados.
Desde lubricantes, velas aromáticas sin parafinas, juguetes sexuales sin PVC, aceites esenciales, lencería de algodón, entre otras, son algunos de los cambios que sugieren.
“Esta tendencia propone tener sexo en espacios naturales, bañarse en pareja a luz de las velas (además de romántico, ayuda a racionar el agua), comer frutas y alimentos frugales antes de hacer el amor”, enfatizó Ghedin.
“Si en el resto de las áreas de la vida vamos aprendiendo a cuidar el ambiente, la conducta sexual también está incluida en este propósito saludable”, concluyo el especialista.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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