Cuadro de situación: cumpleaños infantil. Edad de los niños sentados alrededor de las mesitas: cinco y seis años. “Sí, se puede. Sí se puede”, comenzó a escucharse desde el sector donde estaban los adultos.
Situación: niña llega del colegio y le dice a su mamá que un compañerito había dicho “Cristina es mala” mientras jugaban en el recreo. “Y yo le dije que Macri era más malo”.
“¿Hoy vamos a votar?”, preguntó a su mamá al levantarse el domingo 27 de octubre.
“L. me dijo que ganó Cristina y yo le dije que no, que ganó Alberto Fernández”, contó a su papá el mayor de sus hijos, de tan sólo cinco años.
Todas sacadas de situaciones reales, las escenas y charlas se repiten en la mayoría de las casas donde habitan niños pequeños. Niños cuyos padres a su edad no se interesaban por esos temas ni hablaban de ellos con tal naturalidad. Niños que saben qué es votar, preguntan qué se vota y gustan del ritual de entrar con mamá o papá al cuarto oscuro.
Pero, ¿qué entienden y cuánto repiten sin saber? ¿Hasta dónde explicarles y cuánto permitirles que hablen fuera de casa? ¿Cómo responder a sus dudas sin influenciarlos en sus pensamientos?
“Nuestras elecciones políticas tienen que ver con nuestras historias personales y las familias de las que venimos, aunque eso no quita que después en la adultez cada uno pueda tener sus creencias, casi como ocurre con la religión”. Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), “es importante que los chicos estén al tanto de la situación que vive el país, y si hay una elección sepan para qué es, quiénes son los candidatos; darles información que puedan comprender y no bajarles línea política, ya que se sabe lo van a repetir”.
Según la especialista en maternidad y crianza, “es difícil crecer en una familia con una ideología y saber que de alguna manera es la que se transmite a los hijos”. “Obviamente porque consideramos que es lo mejor, pero creo que el desafío es pensar cómo enseñarles a afrontar el diálogo con el que piensa distinto, enseñarles a aceptar la diversidad y la diferencia y evaluar hasta dónde pueden llevar a cabo una charla política según la edad”.
“La clave es enseñarles que ésta es nuestra postura, pero que existen otras y explicarles por qué mamá y papá adhieren a esta y no a esta otra porque si no ellos repiten sin tener mucha idea”. Ruda consideró que “también hay que ubicarlos en tiempo y lugar”.
“¿Qué sentido tiene que un niño de cinco, seis u ocho años vaya por la vida cantando ‘vamos a volver’ o ‘sí se puede’?”, se preguntó la especialista. A lo que respondió: “Ninguno. Entonces ahí tal vez la intervención del adulto tiene que apuntar a aclararles cuál es el lugar y el tiempo para hacer eso. El discurso tiene que regular el dónde vamos a hacer política y dónde no, por más que también el adulto entienda que los niños lo dicen en cualquier momento porque la música es pegadiza, porque les divierte y no lo dicen con ninguna intención extra más que esa”. “Como es un tema que merece seriedad amerita que les expliquemos que la gente no va manifestando su posición política todo el tiempo en cualquier lugar”, agregó.
Probablemente, según la especialista, “depende de la educación que vayan recibiendo y las entidades educativas que los padres vayan eligiendo también orientarán su formación política, aunque en un principio la ideología es la de la familia”.
“Ahora se vota a los 16 años y llegar a esa edad con conciencia política es un trabajo que amerita formación y eso empieza por la casa -destacó Ruda-. Obviamente cuando son niños de cuatro, cinco o seis años la información tiene que ser acotada. Incluso a edades más grandes, en las que tal vez los niños perciben el descontento de sus padres con tal o cual candidato o escucharon en sus casas charlas sobre la situación económica, su lectura apunta a que quieren que gane determinado candidato porque a sus papás los hará felices, no porque entiendan perfectamente qué es lo que pasa”.
Por eso, para ella, “es importante que el mensaje vaya acompañado de que en casa se piensa esto, pero también se respeta al que piense diferente y eso no debiera repercutir en una amistad ni es necesario agredir al que piensa distinto, así como tampoco lo que el otro elige”.
A modo de conclusión, y ante la demanda de niños cada vez más inmiscuidos en la realidad, el mensaje que Ruda consideró que habría que darles sería: “Te explico hasta acá, charlemos en casa todo lo que quieras, pero hay cosas que no me gustaría que repitas en otros lados porque tal vez repetís pero todavía no entendés para fundamentar lo que estás diciendo. Cuando crezcas y seas más grande vas a poder debatir más”.
Básicamente, si bien ellos quieren saber y participar, no dejan de ser niños y también hay que saber hasta dónde y cuánta información pueden recibir.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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