A nadie le sobra, nada

Massa, Larreta, Bullrich y Milei
Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Javier Milei

Los tecnólogos y especialistas en futurología advierten que el mayor y más inmediato riesgo que supone la irrupción de la inteligencia artificial es generar condiciones para que la humanidad pierda la posibilidad de distinguir lo verdadero de lo falso. Una suerte de apocalipsis informativo que prive a los humanos del conocimiento de la verdad y destruya el acceso a esa herramienta básica para la toma de decisiones.

Este escenario catastrófico no solo depende de las fisuras que supone el uso perverso de la IA sino que encuentra más rudimentarios predecesores en las fake news que se viralizan en las redes sociales y los infinitos modelos de manipulación, a los que con distintos y en general “non sanctos” objetivos, nos vemos expuestos.

La compleja trama de lo real acelera el uso maléfico de todas las estrategias que conllevan la confirmación de los sesgos cognitivos. Reconocernos como parte de una tribu nos ofrece una “zona de confort” de la que cuesta salir. Tanto para vivir como para votar.

La recurrente tergiversación de la realidad va generando las condiciones para que perdamos la capacidad para reconocer a aquellos que hablan con la verdad de los que se manejan en el mundo de la mentira. De esto los argentinos sabemos mucho.

En política se miente y se miente mucho, se piensa una cosa y se dice otra. Se hacen promesas de imposible cumplimiento y se echa mano a medias verdades. Se defiende con pasión una idea y se cambia de parecer sin solución de continuidad. Todo parece valer.

En un contexto de palabra devaluada, de saltimbanquis ideológicos, de gente travestida de acuerdo a la conveniencia del momento, finalmente la palabra hablada pierde su peso específico y su sentido. La mentira y el ocultamiento dañan. Una cultura basada en la mentira, solo conduce a un mundo dominado por la perversión.

El cinismo y la mentira prenden con facilidad en un entramado social devastado por la vulnerabilidad económica, y la amenaza constante de un día a día incierto.

Con la conciencia taladrada por relatos y falaces simplificaciones de lo real, llegamos a una nueva instancia electoral. Disponer de un enemigo diabólico al que atribuir todos los males ayuda a los dirigentes a surfear sobre sus contradicciones y, al común de los mortales, a sobrellevar el fracaso y las frustraciones.

El relato que fogonea el kirchnerismo, aceleró la destrucción de la palabra. Instaló la simplificación maniqueísta de la compleja realidad. La división entre “nosotros y ellos” fue una construcción estratégica que destruyó los vínculos y certezas arrastrando valores y nublando el entendimiento.

El daño está hecho. Ya todos sabemos lo que es vagar en un escenario de luz plana tratando de sobrevivir mientras andamos a tientas sin poder distinguir lo verdadero de lo falso. La oposición hizo también uso y abuso de la grieta, sacando sus propios dividendos.

En este contexto, están los que no piensan ni siquiera en ir a votar y los que, abrumados y confundidos, tienen muchas dificultades para definir su voto. Es importante repasar algunas cuestiones.

Las dos grandes coaliciones que nos trajeron hasta aquí llegan a la primera estación electoral con sus perfiles borroneados. Ni el oficialismo, ni la oposición logran presentar liderazgos claros. En esta primera etapa lo que se pone en juego es justamente quiénes están llamados a liderar el futuro inmediato de cada espacio.

Juntos por el Cambio chapalea en una interna agria y agrietada. A las tensiones propias de quienes necesariamente deben diferenciarse para competir, se suman gestos, señalamientos y chicanas que no permiten asegurar condiciones de cohesión ni “affectio societatis” que asegure la unidad post PASO.

Ignacio Torres, Rodríguez Larreta y Bullrich elecciones Chubut
Ignacio Torres, Rodríguez Larreta y Bullrich en Chubut

Son tan personalísimas las ambiciones que ponen en juego los precandidatos que uno no puede menos que preguntarse qué ocurrirá con cada uno de ellos el día después. Todo lo que se hace y dice en estos días parece solo estar sumando crispación.

El explícito apoyo de Maria Eugenia Vidal y Facundo Manes a Horacio Rodríguez Larreta encontró una réplica feroz de la mismísima Patricia Bullrich. “Son solo dos votos”. Impiadosa la precandidata se dispara sobre sus propios pies. En el búnker bullrichista la prefieren callada.

Apenas un rato antes, Juan Pablo Arenaza, jefe de campaña de Bullrich, escribió en su cuenta de Twitter: “La más bonaerense, la más porteña, la más neutra y al final de nuevo la empleada del mes. Sin comentarios”. Incontinente.

El impulso arremetedor de Patricia Bullrich que llena de encanto y fascina a los más duros solo aportó costosísimos “errores no forzados” a una campaña que avanza empiojada.

Incluir en la conversación pública la palabra “blindaje” y trascartón plantar la imagen de una cámara de video entrando en el tesoro del Banco Central causaron espanto aún entre los suyos.

“No veo a ninguno de los dos en el gobierno del otro”, asegura en estricto off un connotado referente del bulrrichismo para quien la relación personal entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta está irreversiblemente dañada. No faltan los analistas que aseguran que no más del 20% de cada uno de ellos se manifiesta en condiciones de votar al otro en una elección general. Pura pérdida para la coalición.

Sin los descomunales recursos económicos que supo acopiar Rodríguez Larreta -hay quienes aseguran que dispone del “el más fenomenal aparato de financiamiento económico de campaña electoral desde el comienzo de la democracia”-, en el equipo de campaña de Bullrich se aferran a su carisma, su capacidad de empatía con la gente y esa impronta arrolladora que despliega por las estrechas callecitas electorales. Comentan con gozo y sorpresa que la gente desolada llora en los brazos de Patricia, como quién encuentra un regazo de madre en el cual refugiarse. Algo que no le estaría pasando al jefe de gobierno de la Ciudad.

Mauricio Macri tampoco ayuda defenestrando a quien, hasta hace poco, fue su delfina. Puede que María Eugenia Vidal haya optado por acompañar a Horacio Rodríguez Larreta, arrastrando incluso su promesa de neutralidad, luego de sentirse usada por el ex presidente. Fue un as en la manga de Macri, en su soterrado enfrentamiento con Larreta, para terminar abandonada a la intemperie.

Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal
Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal (AGUSTIN MARCARIAN/)

La pulseada por el liderazgo de Juntos por el Cambio se pone en juego el 13 de agosto.

Si Horacio Rodríguez Larreta, quien insiste en practicar budismo electoral, prevalece en las urnas, Mauricio Macri quedará jugando un penoso tiempo de descuento.

Si quién se queda con la candidatura es Patricia Bullrich, puede que el fundador del PRO disponga de un algún espacio para la sobrevida política, pero esto también está por verse. Hay quienes aseguran que Patricia dispone de todo lo que hay que tener para, llegado el caso, “matar al padre”. Una capacidad de soltar y cortar sin la cual es imposible crecer, tanto en la política como en la vida.

Conscientes del daño autoinfligido, los principales dirigentes de Cambiemos salen a aplicar frío sobre las heridas abiertas. Aunque nadie descarta que Mauricio Macri haga su apuesta final haciendo explícito su apoyo a la candidatura de Patricia Bullrich.

El escenario del oficialismo también es complicado. El ministro-candidato despliega a diario sus dotes de prestidigitador. Vive sacando conejos de su galera. No todos los animalitos gozan de buena salud. Debe lidiar con su condición de ministro y su pertenencia a un gobierno agotado al que, le guste o no, pertenece.

También entre los seguidores de Unión por la Patria se busca un nuevo liderazgo. La definición de una fórmula principal fue un recurso a la desesperada frente a la imposibilidad de disponer candidatos competitivos que expresen al cristicamporismo que comandó al peronismo menos hasta aquí.

Si Sergio Massa hace una buena elección y termina como el candidato más votado, el poder de la lideresa entrará lentamente en una fase de lenta disolución. Alguién tendrá entonces que hacerse cargo de la conducción del peronismo.

Sergio Massa
Sergio Massa

Un tanto desbocado en su paso por Córdoba, Massa hizo saber lo que ya todos imaginan.

El jefe voy a ser yo”. Nadie podrá darse después por traicionado. El hombre, que amenazó comerse a los ñoquis crudos y terminó tragando sapos en su regreso al poder, es siempre parecido a sí mismo.

La campaña del oficialismo está orientada por Antoni Gutierrez Rubí que exalta la condición del candidato y proponen un mensaje segmentado para las audiencias. Habrá relatos para todos los gustos. Cada cual se acomodará a escuchar lo que está esperando escuchar.

Juan Grabois es, en este escenario, una piedra en el zapato. El asesor catalán tiene también que lidiar con el inefable Grabois el domingo 13. Los pocos o muchos votos que Grabois obtenga en la enrevesada interna abierta alejan al candidato principal de la posibilidad de llegar primero y ponen en riesgo el acariciado sueño de quedarse con todo.

“Votar por Juan es tirar el voto”, asegura Malena Galmarini luego de pedir que voten por su legítimo esposo.

“Votar a Massa es un cheque en blanco a alguien que no ha demostrado ser digno de confianza. Somos por lejos la lista que está más cerca del pensamiento de Cristina”, replica Grabois. En cualquier caso asegura que después del 14 acompañará al ganador. Siempre muy a pesar de atribuir la designación de Massa a un “golpe de palacio”.

Sin chance alguna de ganar la interna, Grabois es percibido como una suerte de termómetro capaz de medir la sensibilidad del votante K paladar negro.

La arremetida del dirigente social despierta sentimientos encontrados en la tropa cristinista. Cumple la fastidiosa tarea de exponer las contradicciones. Salva la piel de Cristina pero deja a Máximo y a todos los demás a la intemperie. Hasta Amado Boudou está enojado con el bueno de Juan.

El ex ministro de Economía volvió emerger del inframundo para prestar asesoramiento al ministro candidato lo que le valió ser inmediatamente expulsado de Soberanxs, la agrupación ultra k que reniega del massismo.

En el mismo contexto de tensión exasperante se inscribe la decisión de impedir que el intendente de Tigre no compita con la boleta de Massa. Quien pretenda ejercer un liderazgo del peronismo de aquí en más debe disponer de un territorio propio consolidado. De eso se trata. No hay lugar en el poder para los “sin tierra”.

JUAN GRABOIS
Juan Grabois y Alicia Kirchner

Cristina Kirchner sintió esta semana los ardores que produce en la piel y el alma la pérdida de poder. No logró habilitar en el Senado la sesión que le permitiría renovar los pliegos de la jueza Ana María Figueroa ni debatir el ingreso de otros setenta jueces. A poner los rulos en remojo.

Ella, que apenas puede con lo suyo, está desaparecida de la campaña de Massa, pero permanece atenta en la provincia de Buenos Aires. Dispuesta a ordenar el desaguisado que complica la provincia, recibió a Fernando Espinoza, precandidato a intendente en La Matanza. Una foto de Sergio Massa con la contrincante de Espinoza Patricia Cubría, horas después de que ella fuera emboscada por los seguidores del jefe matancero, expuso las tensiones que combustionan en la feroz interna bonaerense.

Las consultoras dan a conocer su desaliento. Los resultados de las compulsas de opinión y focus group arrojan resultados desconcertantes. En vísperas de una semana electrizante, predominan en los votantes el enojo y, lo que es aún peor, la apatía. Difícil ponderar a cuanto llegará el nivel de abstención y los votos en blanco.

Se deja de escuchar porque hace mucho que se ha dejado de creer. Se deja de votar por razones y se vota por emociones. Por fidelidades tribales o partidarias o por espasmos convulsivos.

Los que pueden mirar el mundo más allá de fin de mes saben que superado el 13 comienza otra etapa. La segunda estación del vía crucis electoral estará dominada por otros objetivos.

Para los referentes de la oposición, quienquiera sea que gane, de lo que se trata es de derrotar al kirchnerismo. Para los oficialistas, el empeño estará puesto en cerrarle el paso a la derecha. Inspirados en estas convicciones los votantes más sofisticados piensan desde la estrategia.

La idea difundida de que para Massa y los suyos una candidatura en las generales de Patricia Bullrich les sería funcional, ya que nadie como Patricia expresa a la derecha que te quita los derechos, es inspiradora para los cambiemitas indecisos.

Esta idea que planteó Jorge Asís en el sentido de que si Patricia Bullrich gana la interna el futuro presidente de la Argentina es Sergio Massa ayudó a muchos a reorientar su voto hacia Horacio Rodríguez Larreta.

Si a Massa le toca enfrentar a la Larreta, el esfuerzo por diferenciarse será mayor y se verá forzado a definirse, o es pro-mercado o es estrictamente K. De allí las contundentes declaraciones de Larreta: “Massa es el kirchnerismo, Massa es la reelección”.

Massa en disputa electoral con Larreta tendrá que sobreactuar kirchnerismo para contrarrestar a Juan Grabois que, al menos hasta el domingo de las PASO, sostiene que Massa desdibuja a Unión por la Patria, que es una coalición llamada a confrontar contra la derecha dura.

Los que prefieren a Patricia Bullrich se ilusionaban con la idea de que en caso de llegar a un balotaje con Massa la candidata estaría llamada a acopiar los votos de Milei. Este convencimiento comenzó a diluirse.

Los últimos y muy confusos movimientos de Milei, las denuncias de pactos secretos y venta de lugares en las listas y el repudio, hacia su hasta hace poco aliada a quien acusa de hacerlo objeto de oscuras operetas, generan dudas y aún más confusión obligando a replantearse las cosas.

Massa pesca de manera simultánea en dos peceras, pero al mismo tiempo se aventura en mar abierto. Padece la encerrona de su espacio que le demanda ser fiel al ideario K para retener los votos del cristi camporismo pero pasa el mediomundo por otras profundidades a la espera de recoger entre distraídos y desilusionados.

“No hay que tirar ningún voto a la basura…no nos sobra nada”, advierte Grabois.

El domingo de las PASO comenzarán a definirse los nuevos liderazgos. Con Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri en retirada y con el resultado que arrojen las urnas comenzará un nuevo recorrido. De allí en más lo que se pone en juego será, ni más ni menos que el proyecto de país en el que pretendemos vivir.

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