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Más países vinculan costo de la deuda y metas de conservación
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Seychelles, Belice y Barbados, han llegado a acuerdos
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El canje de Ecuador podría ser el mayor hasta ahora
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Cabo Verde, Sri Lanka y otros países también exploran acuerdos
Por Clare Baldwin, Marc Jones y Simon Jessop
SHARM EL-SHEIJ, Egipto, 17 nov (Reuters) – Las Islas Galápagos, cuyos miles de especies únicas inspiraron la teoría de la evolución de Darwin, tienen un valor ecológico incalculable, ¿pero cuánto es en dinero?.
Tal vez unos 800 millones de dólares, a juzgar por la magnitud de una operación de canje de “deuda por naturaleza” que podría suponer una reducción de los pasivos de Ecuador a cambio de proteger el frágil ecosistema de su territorio, según personas con conocimiento de las conversaciones.
Esta clase de acuerdos forma parte de los esfuerzos por resolver el intratable dilema al que se enfrentan los líderes mundiales en la cumbre COP27 de la ONU en Egipto: ¿quién pagará la factura de la lucha mundial contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático?
“Ahora hay un gran impulso para introducir la naturaleza en los mercados de deuda soberana”, dijo Simon Zadek, director ejecutivo de NatureFinance, que asesora a los Gobiernos sobre los canjes de deuda por naturaleza y otros tipos de financiación centrados en el clima.
“La tragedia de la deuda ofrece una oportunidad real”, añadió, mencionando a los países ricos en naturaleza que parecen candidatos ideales para el canje de deuda tras las grandes caídas de los precios de sus bonos este año.
Ecuador no se encuentra entre los países más ricos del mundo, es un moroso habitual y sus bonos soberanos vuelven a cotizar a niveles “preocupantes”, es decir, con un gran descuento sobre su valor nominal. Pero tiene una gran riqueza en biodiversidad que podría aprovechar en un subcontinente donde gran parte de la vida silvestre ha sido borrada.
El país está manteniendo conversaciones con bancos y un grupo sin ánimo de lucro para intentar llegar a un acuerdo que permita refinanciar unos 800 millones de dólares de su deuda a un precio más bajo, liberando los ahorros para esfuerzos de conservación, según tres personas con conocimiento del acuerdo, que no quisieron ser mencionadas ya que las conversaciones son confidenciales.
Sería el mayor canje de deuda por naturaleza hasta la fecha. Sin embargo, podría ser superado por otros, como el de Sri Lanka, que ha estado discutiendo uno de hasta 1.000 millones de dólares, según personas familiarizadas con las conversaciones.
Cabo Verde, un archipiélago situado frente a las costas de África Occidental, está a punto de realizar un canje de naturaleza que podría alcanzar los 200 millones de dólares, según Jean-Paul Adam, antiguo funcionario del Gobierno que ahora trabaja para la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (UNECA), asesorando a Gobiernos.
Los gobiernos de Ecuador, Sri Lanka y Cabo Verde no respondieron a las solicitudes de comentarios para este artículo, aunque el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, dijo en un periódico local el 12 de octubre que su acuerdo de canje de Galápagos podría estar cerrado en cuatro o cinco semanas.
ANIMALES QUE DESAPARECEN
Los posibles acuerdos de Ecuador, Sri Lanka y Cabo Verde, de los que se informa aquí en detalle por primera vez, apuntan a un aumento del interés por esta forma de alquimia financiera, que se concibió hace décadas pero que ha permanecido como un nicho hasta hace poco.
Sólo tres de los cerca de 140 swaps realizados en los últimos 35 años -el primero en 1987- tuvieron un valor superior a los 250 millones de dólares, según los datos globales publicados por el Banco Africano de Desarrollo. El valor promedio fue de 26,6 millones de dólares.
El valor combinado de los acuerdos de canje hasta la fecha es de 3.700 millones de dólares, según los datos. Se trata de una fracción de los 400.000 millones de dólares de deuda soberana de mercados emergentes que los analistas de Capital Economics estimaron recientemente que están en niveles preocupantes.
Sus defensores afirman que los problemas de deuda actuales, combinados con la creciente voluntad política y los recientes y exitosos acuerdos de canje en las Seychelles, Belice y Barbados, posibilita que una franja de otros países esté explorando el modelo.
De hecho, Adam, de la UNECA, afirmó que cuatro países africanos están estudiando posibles canjes. No quiso mencionarlos porque no estaba seguro de que estuvieran preparados para hacerlo público.
Patricia Scotland, secretaria general de la Mancomunidad británica de 56 países, dijo a Reuters: “Muchos de mis miembros lo están estudiando y nosotros lo estamos estudiando con ellos”.
Lo que está en juego es mucho.
Las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios han disminuido casi un 70% en promedio desde 1970, mientras que en América Latina el descenso ha sido superior al 90%, según el Índice Planeta Vivo de este año elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Sociedad Zoológica de Londres.
CULTIVAR CARTERAS
Los canjes suelen ser compromisos. Si un país incumple, sus tenedores de bonos pierden dinero o, al menos, tienen que esperar mucho más tiempo para recuperarlo.
Los acuerdos de deuda por naturaleza pueden ayudar, ya que pueden producir los llamados bonos verdes, o azules en el caso de los que se centran en la conservación de los océanos, que atraen a un número cada vez mayor de inversores que quieren cumplir con los objetivos de ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) y de cero emisiones.
El veterano gestor de fondos para la crisis de la deuda, Carl Ross, de GMO, dijo que el compromiso de Belice de proteger su extensa barrera de coral -la mayor del hemisferio occidental- contribuyó a que su reestructuración “superara el obstáculo” el año pasado en una operación en la que participó.
En su forma más sencilla, estos acuerdos suponen la cancelación de costosos bonos o préstamos y su sustitución por una financiación más barata, normalmente con la ayuda de una garantía de crédito de un banco multilateral de desarrollo.
Ecuador, por ejemplo, está en conversaciones con el Pew Charitable Trusts, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos, dijeron dos de las personas con conocimiento del acuerdo previsto.
Pew y los bancos no quisieron hacer comentarios.
Asegurar la participación de los bancos de desarrollo suele ser clave para la economía de un acuerdo, pero como estos deben vigilar de cerca su capital y sus calificaciones crediticias para preservar su capacidad de obtener préstamos baratos, el obstáculo ha restringido el crecimiento de los canjes.
El director gerente de operaciones del Banco Mundial, Axel van Trotsenburg, declaró a Reuters al margen de la COP27 que apoya los canjes de deuda por naturaleza, al igual que el presidente del Banco Africano de Desarrollo, Akinwumi Adesina, que dijo que su banco empezaría a ofrecer garantías de crédito.
Los gobiernos del G7 y la “iniciativa de Bridgetown” de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, han exigido al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional que aumenten la financiación destinada al clima.
La directora del FMI, Kristalina Georgieva, habló en la COP27 y dijo que los canjes eran una parte útil del conjunto de herramientas, aunque no una “varita mágica” en los esfuerzos mundiales para financiar la conservación.
El WWF tiene proyectos en América Central y del Sur en los que controla la deforestación mediante el seguimiento de los jaguares, dijo Brenes, que ha trabajado en canjes de deuda por naturaleza durante los últimos 25 años
Los grandes felinos necesitan unos 50 kilómetros cuadrados de buen bosque para cazar y reproducirse, por lo que son un buen indicador de la salud de los bosques. Más datos que demuestren que los canjes funcionan deberían animar a las instituciones internacionales a participar, añadió Brenes.
“Si no hay planeta, no hay negocio: eso es lo que necesitamos que entiendan los FMI de este mundo”, dijo.
(Reporte de Simon Jessop en Sharm el-Sheij, Clare Baldwin en Hong Kong y Marc Jones en Londres; reporte adicional de Uditha Jayasinghe en Colombo, Sergio Goncalves en Lisboa y Alexandra Valencia en Quito; Graficos de Sumanta Sen; Editado en español por Javier López de Lérida)
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