LONDRES (AP) — El miércoles se cumplían cinco años desde que los británicos votaron en un referendo que pretendía llevar certidumbre a la compleja relación entre Gran Bretaña y sus vecinos europeos.
Nada más lejos.
La decisión de los votantes el 23 de junio de 2016 fue ajustada pero clara: Por un 52% frente a un 48%, eligieron abandonar la Unión Europea. Hicieron falta cuatro años para completar la salida y los antiguos socios siguen discutiendo, como muchas parejas divorciadas, sobre dinero y confianza.
Y cinco años después de una divisiva campaña de referendo que provocó peleas familiares y disputas vecinales, Gran Bretaña sigue igual de dividida en lo referente a Europa.
“Gran Bretaña sigue considerablemente dividida sobre las ventajas del Brexit”, dijo el experto en sondeos John Curtice, de la Universidad de Strathclyde. Los votantes, señaló, están divididos casi al 50% entre los partidarios de la salida y la permanencia en la UE, y relativamente pocos han cambiado de opinión desde 2016.
“En torno a cuatro de cada cinco siguen diciendo que votarían exactamente lo mismo que hace cinco años”, dijo Curtice.
El país también sigue dividido sobre si el Brexit ha sido un éxito. En 2016, los defensores de la salida afirmaron que dejar la UE no sólo restauraría la soberanía británica, sino que ahorraría dinero al país. En un caso muy conocido, los partidarios del Brexit forraron un autobús de dos pisos con la afirmación de que la ruptura le daría a Gran Bretaña 350 millones de libras (486 millones de dólares) adicionales a la semana para dedicarlos a su apreciado sistema nacional de salud. En realidad, la contribución neta de Gran Bretaña a la UE era en torno a la mitad de esa cifra.
El gobierno conservador del primer ministro, Boris Johnson, insiste en que el Brexit trae nuevas oportunidades económicas. Gran Bretaña firmó hace poco con Australia su primer acuerdo comercial pleno posterior al Brexit, y ha pedido unirse a un acuerdo comercial con países del Pacífico.
Pero el comercio británico con la UE, que antes del Brexit suponía en torno a la mitad de las exportaciones e importaciones, se desplomó un 20% después de que se completara la ruptura económica a finales de 2020, aunque el golpe de la pandemia del coronavirus hace difícil determinar cuánto de ese impacto se debe al Brexit.
Jonathan Portes, profesor de economía en el King’s College de Londres, dijo que el Brexit será un lastre “significativo, aunque no catastrófico” en el crecimiento económico británico durante mucho años.
“No un reventón en el neumático, sino un lento pinchazo”, dijo.
El referendo puso fin a la carrera del entonces primer ministro David Cameron, que había defendido permanecer en la UE y renunció poco después. Su sucesora, Theresa May, intentó sin éxito alcanzar un acuerdo de divorcio que aceptaran tanto la UE como el Parlamento Británico, y renunció en 2019.
Los dos mayores defensores del Brexit han tenido destinos dispares. Podría decirse que el exlíder del Partido Independencia de Gran Bretaña, Nigel Farage, hizo más que nadie para que el Brexit se llevara a cabo, pero nunca consiguió un escaño en el Parlamento pese a varios intentos. Fundó y después abandonó el Partido Brexit, y permaneció en la esfera pública como el mayor defensor en su país de Donald Trump. Ahora está fuera de la primera línea de la política.
Johnson, que lideró la campaña oficial a favor de la ruptura, se convirtió en primer ministro en 2019 con la promesa de “completar el Brexit” tras años de tira y afloja. Logró sacar al país de la UE y se vio de lleno en otra crisis, la pandemia del coronavirus.
Ahora dirige un país dividido más allá del Brexit. Lejos de unificar al país, el Brexit ha dañado los lazos entre las diferentes partes de Reino Unido.
Ha aumentado el apoyo a la independencia de Escocia, que en 2016 votó a favor de permanecer en la UE pero tuvo que abandonar el bloque con el resto del país. También ha desestabilizado Irlanda del Norte, que hace frontera con la República de Irlanda, que es miembro de la UE. La imposición de nuevas barreras comerciales entre el territorio y Gran Bretaña ha indignado a la comunidad unionista partidaria de que Irlanda del Norte permanezca en Reino Unido.
En cuanto a la pareja divorciada en sí, Gran Bretaña y la UE siguen discutiendo. Londres reclama flexibilidad al bloque, mientras que Bruselas amenaza con emprender acciones legales a menos que su antiguo socio cumpla el acuerdo de Brexit.
El ministro británico el Brexit, David Frost, que lideró las negociaciones desde el lado británico, dijo el martes que muchos partidarios del Brexit como él se sorprendieron por lo tensa que se ha vuelto la relación.
“No es algo que queramos”, dijo. “Cuanto antes podamos ir más allá del proceso de asentamiento, mejor”.
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