Sobrevivió al terremoto de Haití, fue adoptado en Argentina, se hizo hincha de Racing y cumplió su sueño en el Cilindro

El martes 12 de enero de 2010 Haití atravesó una catástrofe natural que conmovió al mundo. El terremoto que sacudió al país isleño dejó un saldo de 150.000 víctimas fatales en Puerto Príncipe y sus alrededores. Se trató del sismo más fuerte y peligroso que se ha registrado desde 1770, dado que República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Bahamas y Jamaica también se vieron afectados.

Jean Mary nació 2 años antes, pero su infancia entre los escombros formó parte de sus primeros pasos. Sus gritos de desesperación tuvieron un eco mucho más profundo que el de cualquier bebé que exige ser amamantado. Incluso su destino pudo haber sido otro. “Lo encontraron a la vera de la ruta, dentro de una bolsa de basura. Todavía tenía restos del cordón umbilical”, relata Norma, su madre adoptiva con la voz entrecortada por el recuerdo que le genera la escena.

El rescatista fue Osvaldo Fernández, un abogado que se radicó en Haití por amor y trabaja para el orfanato Rose Mina de Puerto Príncipe. Un argentino que fue una pieza fundamental en la generación del vínculo con la familia Ojeda Dorré.

“Estábamos con mi marido (Orlando) en Mar de Ajó de vacaciones cuando nos enteramos del terremoto de Haití. Estábamos viendo el programa de Viviana Canosa y las imágenes nos conmovieron mucho”, dice desde el otro lado de la línea telefónica la mujer que se propuso ayudar con un enorme gesto de amor. “Hablábamos con mi esposo en la playa sobre cómo poder colaborar. Uno de mis hijos había anotado una dirección de correo electrónico para ponerse en contacto para enviar cosas materiales, pero nosotros queríamos hacer algo más”, detalla Norma.

Ese verano cambió la vida de los Ojeda Dorré. “Cuando volvíamos a Buenos Aires por la ruta me salió decirle a mi marido si podíamos rescatar a uno de esos chicos. Pensé que me iba a decir que estaba loca, pero me acompañó con la idea y me contestó que no era una decisión que se tenía que tomar entre los dos, porque se lo teníamos que consultar a nuestros hijos”, continúa en su relato.

El más chico, Matías de 21 años, ni lo dudó; pero el más grande, Damián (25) se mostró más racional: “Con lo que cuesta adoptar acá en Argentina, imaginate los problemas que te van a hacer por ir a buscar a un chico en Haití“. En esos momentos ni siquiera se pensó en el factor económico y el sentimiento de Norma se trasladó a la embajada del país caribeño. “Fueron tiempos difíciles porque ahí sólo te hacían rellenar un formulario, pero no te brindaban ningún tipo de asesoramiento. Además, todas las comunicaciones estaban cortadas por la tragedia. Recién en junio se volvió a establecer el contacto”.

El trámite de adopción demandó 4 años. Uno de los abogados del orfanato que habla español se encargó de conseguir todos los documentos. “Hasta tuvimos que esperar la autorización del presidente de Haití”, recuerda Norma.

Como Jean Mary no tenía familiares biológicos, los inconvenientes burocráticos se extendieron en el tiempo. “Yo lo único que quería era tenerlo en casa, porque después del terremoto hubo un brote de cólera y no quería que siga sufriendo”, dice su madre. Como en aquella época también hubo una ola de inmigración ilegal en el país y las políticas económicas no contribuían con el cepo del dólar, el primer contacto físico se dio en febrero de 2014, cuando Norma pudo cumplir su deseo de ir a buscar a su hijo.

“Durante todo el proceso nos veíamos a través de internet, pero él no entendía casi nada de español. Sin embargo, cuando llegué a la terminal de Puerto Príncipe me dio un abrazo que no me lo voy a olvidar nunca”. Como si se tratara de una película de Campanella, la escena da lugar a la emoción. Norma, recién llegada a una tierra desconocida, no fue recibida por nadie y tuvo que recurrir al celular del chofer del bus para llamar a Osvaldo Fernández. Las 5 cuadras que los distanciaban parecían kilómetros, hasta que ese chiquito de sonrisa permanente se instaló en los brazos de su madre.

La semana que compartieron en la isla sirvió para que Norma vea una realidad impensada. Los camiones con víveres llenos de soldados armados ingresando al orfanato la marcaron. Cuando abunda la pobreza y la desesperación, los robos a los más débiles suelen ser el recurso de la supervivencia.

En esos días Jean Mary pesaba 17 kilos y tenía una altura de un chico de 5 años. Sus rodillas tenían el aspecto del caparazón de una tortuga debido a la deshidratación. Por lo tanto, su adaptación se basó en un viaje a República Dominicana con su “nueva mamá”, para que la llegada a la Argentina no sea tan traumática.

“Primero le presentamos a los familiares más íntimos y después lo fuimos presentando al resto, quienes lo recibieron con pasacalles y banderas”, cuenta Norma y agrega: “Había que hacerle estudios de todo tipo, desde HIV hasta la enfermedad que se te ocurra. Como no tenía libreta sanitaria también le dieron vacunas de todo tipo. Creo que fue el momento que más sufrió”.

En la infancia el crecimiento promedio de una persona es de 8 centímetros al año. Jean Mary aumentó 16 en 8 meses desde su arribo al país. Naturalmente, hubo que realizar un trabajo de educación, que se basó en la sociabilización, el idioma, convivencia y otros factores de la vida cotidiana que no despertaron ningún inconveniente.

Lo llamativo fue que el nuevo integrante de la familia se hizo fanático de Racing, sin que sus padres sientan algún afecto por la Academia. “Yo soy de River y mi marido de Huracán, pero cuando los chicos lo llevaron a la popular del Cilindro no hubo vuelta atrás. Hoy canta las canciones como un loco”, cuenta Norma entre risas.

Como cualquier chico de 10 años que ama el fútbol, su sueño era conocer la intimidad de ese equipo que le brindaba alegría en las victorias y tristeza en las derrotas. Un deseo que se cumplió por el compromiso de Racing Solidario y el departamento de prensa del club.

“Todo surgió en el programa de Guido Kaczka, cuando fuimos a jugar con la familia, y la novia de Damián llevó a su perra. A nadie le llamó la atención la presencia de Jean Mary, pero cuando dijo que era de Racing se armó una movida en las redes sociales que no lo podíamos creer”, relata Norma.

El fenómeno social hizo reaccionar a las autoridades del club, quienes le dieron la oportunidad a Jean Mary de compartir un entrenamiento con los protagonistas de la Academia. “El Pulpito González lo quería conocer porque le habían contado su historia”, confiesa la mamá que encuentra una explicación más profunda por el sentimiento albiceleste de su hijo: “En Haití son muy fanáticos del fútbol, pero allá el 50% es hincha de Brasil y la otra mitad es de Argentina. Él también es fanático de Messi y cada vez que escucha algo relacionado con el país se entusiasma muchísimo”. Las imágenes cantando el Saludo a la Bandera dan cuenta de ello.

Sus fotos junto a Diego Milito, Lautaro Martínez y el Pulpo González muestran una realidad opuesta a la que vivió en Haití. Su llegada también modificó la vida de los Ojeda Dorré. Como lo sintetiza su madre: “Hicimos un esfuerzo enorme para que hoy esté con nosotros y sentimos que valió la pena. Ojalá que nuestra historia también sirva para que otras familias se animen a ayudar. Fue el último acto de amor que hemos hecho con mi familia, la decisión de adoptar después de esa tragedia tan tremenda”

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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