Especial para Infobae de The New York Times.
ROMA— Giorgia Meloni, la líder de ultraderecha que es probable que sea la próxima primera ministra de Italia, solía disfrazarse de hobbit.
Cuando era activista juvenil del Movimiento Social Italiano posfascista, ella y su grupo de militantes, con apodos como Frodo y Hobbit, veneraban el “Señor de los anillos” y otras obras del escritor británico J.R.R. Tolkien. Acudieron a escuelas vestidos como personajes. Se reunían “al sonido del cuerno de Boromir” para charlas culturales. Asistió a un “Campamento Hobbit” y cantó con la banda folclórica extremista Compagnia dell’Anello (o Comunidad del Anillo).
Todo esto podría parecer un apasionamiento juvenil por una obra que suele asociarse a la fantasía-ficción y a las epopeyas de gran presupuesto más que a la militancia política. Pero en Italia, “El señor de los anillos” ha sido durante medio siglo un pilar central sobre el que los descendientes del posfascismo reconstruyeron una identidad de extrema derecha, buscando en una era mítica tradicionalista símbolos, héroes y mitos de creación libres de tabúes fascistas.
“Creo que Tolkien podría decir mejor que nosotros en qué creen los conservadores”, afirmó Meloni, de 45 años. “El señor de los anillos” no solo era su serie de libros favorita, además era un texto sagrado. “No creo que ‘El señor de los anillos’ sea fantasía”, aseveró.
El universo agrario de Tolkien, repleto de personajes buenos y virtuosos que defienden sus idílicos y boscosos reinos de hordas de oscuros y violentos orcos, ha suscitado durante décadas el debate de académicos y centros de convenciones sobre los prejuicios raciales e ideológicos del autor, su visión de la modernidad y la globalización. En fechas más recientes, sus obras también han proporcionado un terreno fértil a los nacionalistas que se ven reflejados en sus arquetipos heroicos.
Pero en Italia, las aventuras de Bilbo Bolsón y los mapas de Mordor han informado a generaciones de jóvenes posfascistas, incluida Meloni, quien, según sugieren las últimas encuestas, surgirá el domingo de la elección como la primera mujer en ocupar el cargo de primer ministro en Italia y la primera con raíces posfascistas.
Meloni —quien encabeza el partido de ultraderecha Hermanos de Italia, ha pedido un bloqueo naval contra los migrantes ilegales y advierte a sus seguidores sobre las fuerzas conspirativas oscuras de los banqueros internacionales— leyó por primera vez a Tolkien, un conservador que alguna vez dijo que Hitler era un “pequeño ignorante rubicundo”, a los 11 años. Se convirtió en fanática de la fantasía.
En sus veintes, apareció en las salas de chats de internet con el apodo Khy-ri, y ase hacía llamar “pequeña dragona de la subred italiana”. Hace menos tiempo, bautizó su conferencia política con el nombre de Atreyu, el nombre del héroe de la “La historia sin fin”, una conocida película de culto de los ochenta en la que salía un personaje animatrónico volador que parecía ser mitad dragón y mitad perro labrador.
Como ministra de gobierno en 2008, Meloni posó para un perfil de revista junto a una estatua del mago Gandalf. En 2019, homenajeó a un personaje de manga, el Capitán Harlock, el “pirata espacial”, como “símbolo de una generación que desafió la apatía y la indiferencia de la gente”. El mes pasado, lamentó que su apretada agenda de campaña le impidiera protagonizar la nueva serie de Amazon “Los anillos de poder”.
Pero los intereses de Meloni por el otro mundo tienen tanto que ver con la política como con el gusto personal.
“El género fantástico siempre ha sido cultivado por la derecha italiana”, comentó Umberto Croppi, antiguo miembro del Movimiento Social Italiano que ahora es director de una asociación nacional de agencias privadas y públicas en la industria cultural de Italia. Comentó que los dos mundos compartían “una visión de espiritualidad contra el imperialismo, una visión metafísica de la vida contra las formas del mundo moderno”.
El mundo moderno no funcionó tan bien para los fascistas de hueso colorado que permanecieron fieles a Hitler y Benito Mussolini después de que el gobierno oficial italiano cambiara de bando para unirse a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra, muchos de esos fascistas abandonaron Movimiento Social Italiano, pero los esfuerzos del partido para reincorporarse en las instituciones italianas toparon con pared. Sus miembros más jóvenes, al sentirse excluidos de la sociedad civil, aprovecharon la edición italiana del “Señor de los anillos”, con el prefacio de Elémire Zolla, un filósofo que fue un punto de referencia de la extrema derecha y quien argumentó que Tolkien “hablaba de todo aquello a lo que nos enfrentamos todos los días”.
Eso hizo eco entre un pequeño grupo del Frente Juvenil del partido, que ya se sentía molesto por el dominio cultural de la izquierda. Como dijo uno de sus líderes, Generoso Simeone, se veían a sí mismos como “habitantes de la mítica Tierra Media, que también luchaban con dragones, orcos y otras criaturas”. Buscando una alternativa más aceptable que citar los discursos de Mussolini y pintar esvásticas con aerosol, lo cual, señaló Croppi, “era fácil de reproducir en las paredes”, en 1977 crearon el primer festival del Campamento Hobbit.
“La idea de llamarlo Campamento Hobbit surgió de una estrategia real”, comentó Croppi, uno de sus fundadores. La idea era ir más allá de los viejos símbolos y aprovechar el aislamiento, la pequeñez y la victimización del partido por parte de los enemigos violentos de la izquierda para hacer que su héroe “no fuera el guerrero Aragorn, sino el pequeño hobbit: queríamos apartarnos de esa idea militarista y heroica”.
Cuando Meloni hizo su aparición como activista adolescente en el Frente Juvenil en Roma en la década de los noventa, la extrema derecha —en particular en la capital— seguía con una mentalidad cerrada y luchaba por romper con la generación anterior.
Francesco Lollobrigida, líder del partido de Meloni, Hermanos de Italia (además de su cuñado), comentó que él y otros desde los ochenta deseaban “romper con los patrones de un partido que todavía tenía en su interior a personas que habían vivido la República Social Italiana, el Estado donde se gestó el fascismo”.
Meloni, sentada frente a él, asintió.
“Teníamos el deseo de distanciarnos de eso”, comentó.
Meloni, quien parece decidida a tomar su propio anillo de bronce tras décadas en la trinchera política, afirmó que su comprensión del poder y de cómo corrompe y aísla a las personas estaba “muy vinculado con la lectura de Tolkien”.
“Considero que el poder es muy peligroso. Lo considero un enemigo y no un amigo”, concluyó.
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