Entregas furtivas de alimentos para madres solteras marroquíes por el coronavirus

Desde hace algunos días, la camioneta de la asociación humanitaria Insaf opera furtivamente en las calles de Casablanca, la capital económica marroquí, para distribuir alimentos a las madres solteras, quienes, ya de por sí vulnerables, están en situación límite por la parálisis económica.

“Hay que actuar rápidamente”, subraya Bouchra, la coordinadora de la asociación de solidaridad con las mujeres Insaf que supervisa el recorrido del día con un conductor y un asistente encargado de estar atento en barrios populares bajo tensión, entre el confinamiento obligatorio contra el coronavirus y la falta de trabajo y de dinero.

A las beneficiarias se les avisa con unos minutos de antelación por teléfono, la cita es en una calle cerca de su domicilio. La camioneta se detiene, las bolsas se descargan rápidamente.

En cada parada, los transeúntes se aproximan para preguntar si también pueden recibir ayuda. Los tres funcionarios de la Insaf calman las tensiones.

¡”Gracias!”, murmura Habiba, antes de desparecer en un callejón, cargada con sus dos grandes bolsas de provisiones.

Como ella, Katouar, Fátima y las demás evitan hacerse notar: al miedo a la envidia en estos tiempos de crisis se añade una vergüenza social vinculada a su condición de madre soltera.

“La epidemia afecta a todo el mundo, pero las madres solteras son las más vulnerables: sus familias las rechazan y tienen que arreglárselas solas con su bebé, sin ningún apoyo”, explica Meriem Othmani, la presidenta de la Insaf.

– 30.000 cada año –

La asociación ayuda cada año a más de 500 jóvenes embarazadas fuera del matrimonio, víctimas de la exclusión social debido a lo que la sociedad conservadora religiosa considera un “pecado”. Un informe publicado por la Insaf y la ONU contabilizaba en en 2011 cerca de 30.000 partos de madres solas cada año en Marruecos.

Los programas de seguimiento de la asociación van desde acompañamiento médico y sicológico hasta la mediación para la reconciliación con las familias y los padres biológicos, pasando por asesoría de puericultura, formación profesional y ayuda para la búsqueda de empleo.

Todo ha cambiado con la pandemia: las primeras llamadas de socorro llegaron aproximadamente 15 días después de que se declarara el estado de emergencia sanitaria a mediados de marzo.

“Muchas viven de pequeños trabajos en peluquerías, limpieza, industria textil o en el servicio de comidas y se ven privadas de recursos, sin red de seguridad”, explica Latifa Ouazahrou, responsable del departamento madre-hijo del Insaf.

“Algunas no pueden comprar leche para su bebé” y “es muy importante darles alimentos de primera necesidad”, sin esperar a las ayudas financieras previstas por el Estado para acompañar a los más vulnerables durante esta crisis, subraya.

Estas ayudas directas que van de los 800 a 1.200 dirhams (80 a 120 euros) por mes según el tamaño del hogar, “serán necesarias de todas formas para complementar”, estimó.

Para responder a la emergencia, la Asociación tuvo que pedir ayuda a los donantes habituales y recaudar nuevos fondos. El estacionamiento de su sede se transformó en una “plataforma logística” de almacenamiento y carga.

Sus empleados se turnan por equipos en una gran sala que suele usarse como cocina para preparar en cadena las bolsas con sémola, lentejas, pastas, arroz, aceite, té, harina, jabones y otros productos sanitarios. Y un folleto sobre las medidas básicas contra el coronavirus.

Las ayudas de emergencia se envían también a aldeas aisladas de la región del Atlas (centro), donde viven familias en la miseria debido a la crisis sanitaria, a la que se suma una gran sequía este año.

La Insaf acompaña a algunas de esas familias. En esas zonas remotas, los padres más pobres sacan de las escuelas a sus hijas, muy jóvenes, para enviarlas a trabajar como domésticas en los centros urbanos.

La Asociación las ubica y las ayuda a regresar a sus hogares aportando un apoyo financiero a las familias.

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS