Desde Córdoba hasta la Provincia de Buenos Aires: tres fincas para conocer el lado 'B' del vino

El enoturismo o turismo enológico es un tipo de turismo enfocado en las zonas de producción vinícolas.
El enoturismo o turismo enológico es un tipo de turismo enfocado en las zonas de producción vinícolas.

Deliciosos sabores, aromas, distintos colores y múltiples sensaciones sorprenden tanto a los turistas como a los locales a la hora de hacer la Ruta del Vino o recorrer las famosas bodegas que se encuentran a lo largo y ancho de todo el país.

Generalmente, cuando uno piensa en las uvas y las bodegas más famosas de la Argentina, lo primero que se viene a la cabeza es el corredor de la Cordillera donde la diversidad geográfica y climática del país otorga una gran variedad de vinos con personalidades únicas e irrepetibles.

Pero poco a poco, distintos rincones de la Argentina, como Entre Ríos, Buenos Aires y Córdoba, se van asomando para tomar fuerza y posicionarse como un lugar para disfrutar de un buen vino con un paisaje completamente distinto. Algunas son grandes bodegas y otros son pequeños establecimientos, familiares, o de producción chica.

Así, se muestra una tendencia en donde las bodegas chicas vienen apostando al turismo. De hecho, 8 de cada 10 de estos establecimientos que abren a los turistas son pequeñas o micro bodegas. Este es el caso de Sean Towers, Horacio Spinazzola y Gustavo Favretto, quienes gracias a su pasión o para aprovechar una oportunidad que se presentó, abrieron fincas que semana a semana reciben cada vez más visitas.

Las tres bodegas se destacan por crear vinos emergentes en un lugar diferente.
Las tres bodegas se destacan por crear vinos emergentes en un lugar diferente.

Sean es Ingeniero Agrónomo, y mientras estudiaba, trabajaba con su padre en una empresa que se encargaba de hacer imágenes satelitáles y fotografía aplicada a la agricultura. Luego, fue a hacer una pasantía a un viñedo en Mendoza y ahí fue donde todo cambió: “Me encantó poder trabajar al aire libre, en ese momento me tocó al pie de Los Andes. Luego de que me recibí, conseguí una pasantía en California, más específicamente en Gallo Winery que es la bodega más grande del mundo”, aseguró.

Su camino no terminó ahí sino que luego viajó a Alemania para hacer una pasantía en una bodega familiar donde siguió aprendiendo sobre la vitivinicultura.

Luego de que se estableció nuevamente en Argentina, decidió convencer a sus hermanas para hacer una bodega. Admite que no fue difícil ya que las dos decidieron embarcarse en el proyecto. Actualmente, la finca ubicada en Nebula, Córdoba, tiene una variedad que abarca el Malbec, el Sauvignon Blanc y Cabernet Franc.

Pero por supuesto que la idea era generar ingresos de alguna forma para que el viñedo se pueda mantener: así surgió la idea del ‘container reciclado’, un sello distintivo de la finca donde las personas pueden disfrutar de una estadía mientras degustan un buen vino, con quesos propios del lugar y una vista inigualable.


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Muchas veces nos preguntan porque elegimos “Nébula” como nombre para nuestro proyecto. Al ser 3 hermanos los dueños, teníamos que encontrar algo en común que nos gustara a todos. No fue NADA simple teniendo en cuenta que somos bastaaaaaante diferentes. Sean es crack de los deportes como squash y golf o cualquier cosa que implique destreza física. Aprendiz obstinado de ukelele, Ingeniero y amante de andar en moto. Vicky es la síntesis perfecta entre seriedad y rebeldía. Seriedad porque aparte de ser Ing., también es Magister, capa sacada en viticultura y está casada. Rebelde porque su hobbie es beber margaritas a cualquier hora en cualquier lugar, hace los planes más divertidos del mundo y es la única en 7 generaciones Towers en tener tatuajes. Y por último yo, Virginia, la única que se graduó de una carrera social, apasionada por la Ciencia Política, la filosofía, su grupo de amigas, el café y buscadora insaciable de fuentes naturales de agua para nadar. La verdad es que compartimos pocos hobbies y tuvimos que indagar para encontrar una cosa que a los 3 nos encantara: el cielo. Nuestro Papá es piloto de avión y una vez tardó 2 hs en pegar las estrellitas fluorescentes en nuestro techo para que estén en la misma posición que en la vía láctea. Nuestra Mamá era piloto de parapente y nos contaba todo sobre las nubes, las térmicas y el viento. Sin embargo, además de amar el espacio por herencia, un día nos paramos en el viñedo y vimos el cielo que tenemos ahí y dijimos: “no hay duda de que LO MEJOR que tenemos para ofrecerle al mundo, es contemplar este cielo a cualquier hora, en cualquier estación del año y mientras tomarse una copa de vino”. Meses después, Nébula abrió su tranquera al público y acá estamos, con este cielazo 🌌🌝☉🌞🌛☄⛈🌥⛅🌠 . . . Ph: @juanmontiel1975

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Un poco más al este se encuentra la Finca Don Atilio, más específicamente en Uribelarrea, Provincia de Buenos Aires. La idea nació como un proyecto familiar en septiembre de 2011: “La vitivinicultura y el enoturismo en Uruguay creció mucho en los últimos 20 años. Tiene un desarrollo bastante sencillo y como el clima tiene las mismas características, además de estar en la misma latitud y a la misma altura del nivel del mar, pensé: ¿Por qué no hacerlo?”, comentó Horacio Spinazzola, dueño de la Finca Don Atilio, el primer viñedo de la Cuenca del Salado.

Su afición viene de familia, su abuelo y su padre ya se dedicaban al oficio. ¿Su especialidad? el Tanat, la uva que predomina en la vitivinicultura uruguaya -una uva proveniente del sudoeste de Francia, que se adapta bien al sol y clima de nuestra zona-. A su vez, cuentan con otras cepas como es el caso del Merlot, Chardonnay, Suvignon Blanc y el Syrah.

En cuanto a las actividades, están centradas en el enoturismo: “Recibimos grupos contingentes los fines de semana, los grupos que armamos no son muy numerosos para charlar bien con la gente, se explica la cepa el funcionamiento del viñedo, el porque de la vitivinicultura en Buenos Aires, y a esto se le suma la degustación con los quesos de la zona”, destaca Horacio.

La Finca Don Atilio es el único en la zona. Abrió al turismo hace dos años aproximadamente y a partir de un producto como el vino, crean toda una experiencia turística.
La Finca Don Atilio es el único en la zona. Abrió al turismo hace dos años aproximadamente y a partir de un producto como el vino, crean toda una experiencia turística.

Dato de color: el fin de semana estarán presentes en “Caminos y Sabores”, La Rural, donde llevarán sus vinos para hacer una degustación, además de promover el enoturismo de su viñedo

De escapar de la guerra a crear un viñedo

Por último, la historia de la bodega Ferruccio Favretto, ubicada en el Alto Valle de Río Negro –una de las bodegas pioneras de la Patagonia-.

En el 2018 cumplió 70 años cuando su abuelo plantó las primeras vides luego de haber escapado de Italia para no ser reclutado para la Segunda Guerra Mundial. Así, en 1948 comenzó a vender vino y en la actualidad, Gustavo, el nieto del inmigrante, es la tercera generación que está al frente de los vinos.

Actualmente, los tipos de vinos que elaboran son el DamaJuana de 5 litros y botellas de 750 cc de vinos de media y alta gama -los vinos en damajuanas son los vinos jóvenes de última cosecha-. Pero esto no fue siempre así, sino que en 2002 decidieron tomar esta decisión gracias a la aceptación por los clientes de la zona: “Siempre nos decían que ese vino en damajuana merecía ser puesto en botella. Después de varios ensayos privados y asesoramiento y viajes al exterior para diversos cursos y ver qué se hacía”, explica Gustavo Favretto.

“El primer vino fue un Merlot, sin madera, muy frutal y de mucho cuerpo que se vendió en pocos meses”, finalizó.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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