Cómo hablar con los adolescentes sobre la cannabis (sin que te ignoren)

Especial para Infobae de The New York Times.

Se vende en forma de gomitas y galletas; se puede untar o fumar; y, dependiendo de dónde vivas, está disponible en dispensarios, dentro de productos mucho más potentes que cualquier cosa anterior.

Hablar con los adolescentes sobre la cannabis nunca ha sido fácil, pero ahora parece un campo minado.

“Es muy, muy difícil ser padre en estos momentos”, afirmó Samuel Meisel, psicólogo clínico e investigador científico del Hospital Bradley y del Centro de Estudios sobre Alcohol y Adicciones de la Escuela de Salud Pública en la Universidad Brown.

El consumo de marihuana entre los adolescentes de Estados Unidos no ha dejado de aumentar en las tres últimas décadas, al igual que el porcentaje de adolescentes que la consideran inofensiva. Y muchos temen que su creciente legalización haya eliminado las barreras de acceso para los chicos que quieren experimentar, aunque la cannabis sigue siendo ilegal para los menores de 21 años.

La concentración de THC (el principal compuesto psicoactivo de la cannabis) se disparó en los últimos años. A mediados de la década de 1990, la concentración promedio de THC en muestras de cannabis era de alrededor del 4 por ciento; en 2017, era del 17, y ahora algunos productos tienen niveles de THC superiores al 90 por ciento.

“La cannabis se presenta como una sustancia relativamente inofensiva, pero los datos obtenidos entre los adolescentes no respaldan esa premisa”, señaló Meisel. “Se ha demostrado que afecta al coeficiente intelectual y se le asocia con el inicio del síndrome sicótico, además de relacionarla con el empeoramiento de los trastornos mentales, la depresión y la ansiedad, y también con la aparición de estos trastornos”.

Conversamos con Meisel y otros especialistas en hebiatría, salud mental y adicciones sobre algunas de sus estrategias para abordar el tema de la cannabis.

Establece normas y expectativas claras.

Si lo que buscas es prevenir el consumo de cannabis entre los menores de edad, tu primer paso debería ser dejar clara tu desaprobación, dijo Meisel. ¿Te parece obvio? Quizá, pero las investigaciones han relacionado unas normas definidas y específicas para la cannabis con un consumo menor entre los adolescentes.

“Asegúrate de que las normas familiares son claras sobre lo que está bien y lo que está mal”, comentó, y añadió que las conversaciones sobre la cannabis deberían empezar desde cuarto o quinto grado.

Explica las consecuencias de incumplir esas normas, sugirió Meisel, aunque esas conversaciones no deben ser “punitivas” ni “provocar miedo”. Los padres deben enmarcar las normas y las consecuencias como algo que establecen porque quieren a sus hijos y desean mantenerlos a salvo, dijo.

Pantea Farahmand, psiquiatra de niños y adolescentes del Centro de Estudios Infantiles del Centro de Salud Langone de la Universidad de Nueva York, se sumó a este consejo. Señaló que los padres deben insistir en que, si los menores se encuentran en una situación en la que se sienten inseguros, deben llamar y esperar una especie de amnistía temporal.

“El niño debe saber que su seguridad es lo principal”, afirmó Farahmand.

Investiga los riesgos potenciales.

Todos los expertos entrevistados para este artículo animaron a los padres a informarse sobre los riesgos del consumo de cannabis para los adolescentes y recomendaron recursos como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés) y la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental.

“La legalización de las sustancias no significa que no sean perjudiciales”, aseveró Jessi Gold, profesora adjunta del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, especializada en salud mental universitaria.

Gold señaló que, con sus pacientes universitarios, quizá sea más eficaz centrarse en las maneras en que la cannabis puede dificultar su vida cotidiana, como la memoria y la atención. “Tengo muchos pacientes que fuman con bastante regularidad y no suelen ver cómo afecta al estado de ánimo, el sueño, la concentración y la motivación, pero sí ocurre”.

También es útil que los padres estén al tanto de cómo se consume y se vende la cannabis, afirmó Sarper Taskiran, psiquiatra en jefe de niños y adolescentes del Child Mind Institute de Nueva York. De esta manera, los padres se llevan mejor con sus hijos y saben a qué poner atención (por ejemplo, las versiones comestibles parecen inofensivas y son fáciles de ocultar).

Ten cuidado al hablar de tus propias experiencias con la cannabis.

Algunos padres consumen cannabis o la consumieron en el pasado. No existe un consenso claro sobre cómo deben responder si sus hijos les preguntan si alguna vez han consumido cannabis, pero los expertos recomiendan proceder con cautela.

Por ejemplo, La Asociación para Acabar con las Adicciones desaconseja que los padres les mientan a sus hijos, pero señala que no responder es una opción viable. El grupo también hace hincapié en que los padres deben evitar dar más información de la necesaria (“¡No hace falta que reveles que fumaste marihuana 132 veces!”) y que puede ser útil enmarcar tu respuesta en términos de lo que aprendiste. Un ejemplo sería: “Creía que tenía que probar las drogas para pertenecer a un grupo. Tardé un tiempo en descubrir que esa nunca es una razón suficiente para hacer nada. ¿Alguna vez te has sentido presionado de esa manera?”.

Otros sugieren tener mayor cuidado. “Yo no recomendaría que los padres hablaran de lo que pudo ser su propia experiencia cuando eran más jóvenes”, afirmó Farahmand. “No es lo mismo”.

Añadió que había trabajado con pacientes que utilizaban las palabras de sus padres en su contra, con versiones como la siguiente: “No entiendo por qué mi madre está tan enojada conmigo. Ella se drogaba y se iba a los arbustos a besarse con chicos todo el tiempo”.

Mantén una conversación breve y cálida.

Meisel dirigió un estudio reducido en 2022 que reveló que si los padres sostenían una conversación sobre la cannabis con calidez y apoyo, esto derivó en una disminución del consumo y de la intención de sus hijos adolescentes de consumirla.

Para crear un ambiente cálido, mantén un lenguaje corporal relajado, haz una pausa para comprobar cómo se siente tu hijo o para ver si tiene alguna pregunta y, a continuación, escucha con atención la respuesta.

Esfuérzate por que las conversaciones sean breves, por lo general no más de uno a cinco minutos, calculó Farahmand. La versión larga y formal que a veces se presenta en la televisión o el cine en realidad es lo contrario de lo que los padres deben procurar, dijo.

Sé creativo a la hora de iniciar la conversación.

Si tu hijo adolescente se resiste a mantener una conversación, aunque sea breve, aprovecha las oportunidades naturales, sugirió Taskiran. Por ejemplo, si ves o hueles a alguien fumando cuando están dando un paseo, es un buen momento para hacer una o dos preguntas abiertas.

Meisel asegura que a los padres les puede resultar más fácil hacer algunas de estas preguntas a través de mensajes de texto, y que deben ser creativos sobre el modo en que se conectan.

“Si no quieren sentarse a comer en familia o ver ‘The Mandalorian’ contigo, o cualquier otro programa, la supervisión va a ser muy importante”, dijo Meisel, y señaló que los padres deben dejar claro que prestan atención a cosas como con quién pasa el tiempo su hijo y qué hacen juntos.

Gold animó a los padres a considerar las conversaciones sobre la cannabis como un maratón, no como una carrera de velocidad, y a persistir si sus hijos no “muerden el anzuelo” de inmediato.

“Quizá tu hijo te va a escuchar decir algo, va a poner los ojos en blanco y a encerrarse a su habitación azotando la puerta”, dijo, pero tu papel como cuidador es darle continuidad al día siguiente o cuando percibas otra oportunidad y volver a intentarlo. Gold sugirió una respuesta como la siguiente: “No te voy a presionar, pero quiero tener esta conversación en algún momento. Por favor, dime cómo podemos hablar al respecto”.

Hablar con los adolescentes sobre la cannabis nunca ha sido fácil, pero ahora parece un campo minado. (Francesco Ciccolella/The New York Times)


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