Susana Pesis: "No hay nada mejor que aprender a escuchar al otro en sus diferencias"

—Susana, gracias por estar con nosotros en Infobae.

—Un placer.

—Voy a pedirte algo que te va a costar, que es que te elogies. Pero estás recibiendo uno de los premios más importantes y quiero que me cuentes de qué se trata.

—Es el “Gusi Peace Prize International”, un premio a la Paz que se da en Oriente, en Manila, Filipinas, y lo más increíble es que fui propuesta por Turquía.

—¿Por qué Turquía? ¿Qué pasó con los turcos?

—Nosotros, en la Fundación Tesa, hace 14 años hacemos un viaje que se llama Formadores de Opinión para la Paz y llevamos grupos muy heterogéneos de argentinos, inicialmente a Israel y Palestina como observadores del conflicto y después empezamos a trabajar el tema refugiados e incorporamos Jordania y Turquía. Entrevistamos a funcionarios, académicos, religiosos. Viajaron muchos personajes reconocidos conmigo: Norma Morandini, Martín Ocampo, Patricia Bullrich, Eugenio Burzaco, Luis Ovsejevich de la Fundación Konex, la artista plástica Karina El Azem; también [Matías] Tombolini, Orlando Yans… una lista interminable y muy variopinta; el grupo se enriquece mucho en la interacción durante esos 15 días, pero además hacen muchos contactos. El grupo que viajó este año, lo primero que hicimos como actividad al llegar a Israel fue una entrevista a Damián Patcher, y apenas ahora apareció en las noticias todos se comunicaron conmigo. “¡Mirá! Damián en la TV”. No hay nada mejor que aprender a escuchar al otro en sus diferencias y no solamente criticarlo.

—No quiero dejar de recorrer el premio porque es uno de muchísima trascendencia internacional. Solo un argentino lo ha recibido previamente.

—Voy a ser la segunda, sí. Es muy emocionante cuando te llaman y te dicen “el Comité ha aprobado su postulación, usted va a entrar con el Embajador de Argentina…”.

—¿Y qué es la Fundación TESA?

—Nació hace muchos años como taller de economía sustentable y ambiental, en el ámbito de un colegio secundario, el Carlos Pellegrini. Por esa época yo estaba a cargo del departamento de Economía y como premio a los estudiantes que tenían mejores resultados – y hacían un esfuerzo – entraban al taller a colaborar conmigo. De ahí quedó un vínculo muy lindo con mucha gente que trabajamos durante mucho tiempo. De a poco fuimos incorporando los conceptos de alfabetización ambiental y entonces nos dedicamos, también, a toda la parte humanística.

—Nosotros estamos acostumbrados a decir que los Derechos Humanos son los atentados a la libertad de locomoción y tránsito y olvidamos que hay un derecho humano fundamental que es el derecho a un ambiente sustentable.

—Sí, trabajé mucho tiempo con las consignas de Naciones Unidas: el derecho al agua potable, el derecho a un empleo digno. Es muy difícil hablar de derechos tan naturales que son prácticamente de tiempos bíblicos sin comprometerse políticamente. Porque decir “El derecho a trabajar en un trabajo digno”, de repente puede tener una connotación política. No es eso lo que busco. Creo que una persona tiene derecho a formarse para disfrutar de su mundo cultural, a trabajar, a hacer el esfuerzo, a recrearse, a formar una familia -si le apetece-, lo que sea. Tiene derecho a disfrutar de todos los años de su vida.

—Son derechos esenciales y deberían estar garantizados. Hoy, y sin entrar en la discusión política de la coyuntura, ¿cuánto de bien estamos en esta materia?

—Es una pregunta divertida, ahora te voy a explicar por qué. Como al productor argentino no le va tan bien como para siempre gastar en feedlots tiene a la ganadería comiendo pasto y caminando. Las vacas son iguales a las señoras: cuando comen y caminan queman la grasa fea. Tienen mejor carne. Comemos carne muy sana, pero es por no gastar. Dios nos tocó con el dedo, nos puso en un lugar donde tenemos agua potable, todo tipo de paisajes, poca densidad de población, muchísimas costas marítimas, cualquier cosa que ponés en el suelo crece, tenemos desde la tierra laborable no tenemos todo en explotación porque no es necesario. Tenemos, incluso, muchísimo sembrado orgánico. Tenemos mucha suerte.

—¿Hay una conciencia distinta en los más chicos? 

—Si, pero todavía hay muchos tabúes para enseñar. Yo todavía estoy dando clases -estoy contratada desde que me jubilé- pero por lo general el primer día de clases le pregunto a los estudiantes: “¿Alguien me puede decir de dónde viene el oxígeno que respiran?”. Y no salen del viejo árbol. Siguen con ese amigo del hombre que nos daba sombra y no tienen idea qué es lo que pasa en los fondos submarinos. El 75% del planeta es mar. Es muy poca la información, y uno de los libros que te traje habla de cuánto saben los jóvenes de medio ambiente y estamos en deuda con ellos.

—¿Cuál es el desafío de hoy, como educadora, que decís, “no podemos no dejar de enseñar”, y nosotros, los más viejos, no podemos dejar de aprender, del medio ambiente?

—¿En materia de medio ambiente? Es que es un conocimiento holístico. No se puede hablar de medio ambiente separando del ambiente cultural. ¿De qué medio ambiente hablamos en medio de la ciudad? Te contesto: todo, cuidar el agua, los residuos, cuidarnos, mirar las etiquetas de lo que consumimos y que no tengan conservantes, no medicarnos solos. Es tanto lo que hay que hacer y todo empieza en casa. Porque la gente deposita en la escuela esperando una especie de magia, depositando un niño y esperando que le devuelvan un individuo formado, y no es así. La educación empieza en casa, cuando mamá le dice al nene “andá y lavate las manos” antes de comer, ahí le está dando los primeros conocimientos.

—Vi los otros días un documental, un informe, de los cirujanos que entran al quirófano y que no tienen el hábito de la higiene propia al entrar a un lugar. La verdad que da cierto terror. Y esto forma, también, un hábito que se aprende.

—Nosotros, los argentinos, tenemos el síndrome de los 37ºC. Nos vamos a duchar a la mañana, abrimos la caliente y ponemos el dedo: cuando nos empezamos a quemar el dedo abrimos la fría para mezclar. ¿Tenés idea cuántos litros de agua potable se desperdiciaron hasta que te duchás? Somos uno de los países que más agua potable por habitante consumimos en el mundo, alegremente. Y no es que falta el agua, otra vez: 75% del planeta es agua. Pero el agua potable no es fácil de obtener y tiene un costo. Y no la cuidamos.

—Se siguen lavando los autos con agua potable. La culpa es de cada uno de los otros.

—Si salís, como yo salgo a dar clases, a las 6:30, 6:45, y ves a los encargados de los edificios con las mangueras corriendo papelitos con el chorro de la manguera te da un ataque. Es nuestra realidad, es parte del tango.

—No vamos a traicionar lo que vas a decir cuando te entreguen el premio y tengas que dar tu discurso, pero al menos, ¿hacia dónde creés que ese mensaje que se va a ver en todo el planeta debe dirigirse?

—Lo que te voy a decir es demasiado parcial, muy subjetivo. A las mujeres. La mujer es la primer educadora, es la que tiene la responsabilidad de criar al niño desde su primera infancia. Ella es la que tiene la responsabilidad de enseñar a no odiar, a convivir, a respetar, a cuidar el ambiente, a cuidar al resto de sus congéneres, a todo. Porque no puedo entender a una persona que cuida una plantita pero que le pega a su perro, o un individuo que te dice que es vegetariano porque cuida al reino animal y cuando llega a la casa le pega a su mujer. Es algo muy completo la educación, es más que la información.

—La mejor de las suertes, felicitaciones a vos, a la fundación TESA, y un honor que una argentina esté recibiendo este premio.

—Te agradezco muchísimo. ¿Puedo pasar un aviso pequeño? Entre otras actividades estamos trabajando mucho en cultura. Estamos preparando, en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, una muestra que se llama “Freud. Cine en la mente”, que viene de la Cinemateca de Berlín. Por supuesto que es para preparar toda la parte psicológica, es muy interactiva, muy divertida. Y para Noviembre, para fin de año, para la Noche de los Cristales, estamos preparando con la embajada de Austria y las de Israel y Alemania, un evento que se va a llamar Vecinos Perdidos, ese evento lo está manejando la Secretaria de la Fundación, Alicia Todesca, que conmemora los 80 años de la Noche de los Cristales. Es parte de lo que hacemos en la Fundación. Así que ya estás invitado.

—Ahí voy a estar. Un placer.

—Muchas gracias.

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