Por la vía de lo absurdo, ya en 1845 Claude Frédéric Bastiat deja en evidencia la perversa acción del proteccionismo. En una brillante sátira, solicita a las autoridades que protejan a fabricantes de candelas, velas, lámparas, candeleros, faroles, apagavelas, productores de sebo, aceite, resina, alcohol y generalmente de todo lo que concierne al alumbrado.
Así pide “hacer una ley que ordene el cierre de todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, postigos, cortinas, cuarterones, claraboyas, persianas, en una palabra, de todas las aberturas, huecos, hendiduras y fisuras por las que la luz del sol tiene la costumbre de penetrar en las casa, en perjuicio de las bellas industrias…”.
Propuesta a defender con “agresividad” la industria de su país, el presidente Trump parece seguir tal lineamiento. Su discurso de años va plasmándose en la realidad. Y, él entiende que se firmaron acuerdos en el pasado dañinos para la economía.
Bajo presión de un nuevo mercantilismo, el mundo se prepara para una suerte de guerra comercial
Hace pocos días, tuiteó: “Cuando un país pierde miles de millones de euros en el comercio con casi cualquier otro país, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”.
En la otra parte del mundo, la figura de Xi Jinping se levanta como una suerte de monarca de un país que trata de emerger como la principal potencia, mundial por encima de su rival americano.
¿Es hacia este país asiático a donde se dirige la política proteccionista norteamericana? ¿O es hacia todo aquello que presuntamente atente contra la producción estadounidense? Las palabras de Trump a lo largo de los últimos años son coherentes con el devenir de su gobierno, por lo que podría afirmarse que el proteccionismo apunta hacia ambos destinos. Sea cual fuere la respuesta, está claro que, bajo la presión de un nuevo mercantilismo, el mundo se prepara para una suerte de guerra comercial.
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Trump sorprende al mundo, ahora, con nuevas tarifas al acero y aluminio. Todos los productos de acero importados, podrían quedar sujetos a un arancel del 25%, y el aluminio, afectado con una tasa del 10 por ciento.
Lo curioso es que China no constituye el principal exportador de acero a EEUU. Ni mucho menos. El país asiático solo es responsable del 2% de las importaciones de acero de EEUU.
Los más importantes exportadores a EEUU son, de acuerdo a su volumen, Canadá, México, Corea del Sur, Brasil, Rusia, Turquía, Taiwán y Japón.
Observemos el peso estratégico de, al menos, los primeros tres. Canadá es su socio político y económico en el Nafta y México, su mayor comprador de maíz. Y nada menos que en tercer lugar, se levanta Corea del Sur, factor crucial en la tensa relación de Trump con el belicoso Kim Jong-un, jefe máximo de Corea del Norte.
Trump sorprende al mundo con tarifas al acero y aluminio: China representa solo 2% de esas importaciones
En cuanto a las exportaciones, por ejemplo, vale recordar que su EEUU concentra la mayor parte de la oferta global de maíz. El 35% de las exportaciones en el mundo provienen de éste. Para su economía, es vital la exportación del cereal.
¿Cuáles son los principales compradores de maíz? En primerísimo lugar, figura México, relevante vendedor de acero a EEUU, y simultáneamente Japón, de gran peso en las ventas de acero.
En medio de todo tipo de versiones se sabe que algunos países van a quedar fuera de la imposición de aranceles. En principio, no aplicará nuevos aranceles a las importaciones de acero y aluminio de la Unión Europea y otros socios comerciales en proceso de negociaciones, como México, Brasil y Argentina.
Pero una visión racional sobre la realidad de hoy indica que el mundo tiende a cerrarse; y los países, a resguardarse, frente a súbitas decisiones de un gobierno que pretende liderar el globo.
En este cuadro, para nuestro país han surgido nuevas amenazas. Pero simultáneamente, emergen oportunidades como las citadas con el maíz.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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