#PoesíaEnInfobae: sobre el arte de esperar la muerte

“El triunfo de la muerte”, de Pieter Brueghel el Viejo

El cementerio de La Habana

Aquí está el cementerio; mas en vino
buscan mis ojos en redor siquiera
la sombra de un ciprés;
aquí están los sepulcros, y mi mano
no halla una flor con que vestir pudiera
su estéril desnudez.

Ningún rumor se escucha; las abejas
de esta inmensa colmena, se han dormido
en sus celdas sin miel;
¿qué importan de los céfiros las quejas
entre las ramas del laurel florido,
ni qué el mismo laurel?

¡Muertos!, la paz que disfrutáis, empero,
en este rico panteón, me aterra,
me hiela de pavor:
pues yo para mi tumba mejor quiero
que estas puertas de jaspe, una de tierra,
un árbol y una flor.

¡Oh!, cuán solos estáis, qué silenciosa
ven de las tumbas vuestros ojos fijos
reinar la obscuridad!;
¡qué lejos está el esposo de la esposa!
¡qué apartada la madre de los hijos
que dejó en la orfandad!

¡Oh!, cuán solos estáis; la santa ofrenda
que a vuestro umbral depositó una madre,
la llevó el aquilón;
no hay un sollozo que las piedras hienda,
ni un dolor que los mármoles taladre
de esta yerta mansión.

Si abren las flores su argentado broche
y el Euro blando silencioso orea
las ramas de la vid;
si la lluvia de mayo por la noche
en vuestra losa sepulcral golpea,
¿qué os importa, decid?

¿Qué os importa, decid, que suave y lenta
resbale por los aires una nota
del arpa universal;
si sólo el estridor de la tormenta
o el granito que en mármoles rebota
pudierais escuchar?

¡Muertos!, la paz que disfrutáis, me aterra;
esos sepulcros en el muro fijos
me hielan de pavor:
yo no quiero en mi cuerpo más que tierra
empapada en el llanto de mis hijos,
un árbol y una flor!

Úrsula Céspedes, 1832-1874

“Death Witch”, de Michael Thomas

El Pasado

La deuda está saldada,
La sentencia declarada,
Las Furias aplacadas,
La plaga está frenada.
Todas las suertes echadas;
Gira la llave y tranca la puerta,
Dulce es por siempre la muerte.
Ni esperanza altiva, ni melancolía venenosa,
Ni odio asesino pueden entrar.
Todo es ahora seguro y firmemente fijo;
Ni los dioses pueden el pasado agitar;
Vuela – a la adamantina puerta,
Atrancada por siempre.
Nadie puede allí volver a entrar,—
Ni ladrón tan astuto,
Ni Satanás con artimañas perfectas puede
Entrar furtivamente por ventana, grieta o agujero,
Y atar o desatar, o añadir lo que faltaba,
Insertar una hoja o un nombre inventar,
Una nueva cara o terminar lo que está lleno,
Alterar o enmendar el Hecho eterno.

Ralph Waldo Emerson, 1803-1882

Producción: Tamara Tenenbaum

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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