La historia del violador de menores que cayó por buscar muñecas inflables de nenas en la deep web

César Escobar, detenido ayer por la PFA.

El sitio Akimo, parte de la deep web, es un tanto perturbador a simple vista. Con aparente base en Japón y accesible a través de The Onion Router, un sencillo programa, Akimo ofrece una serie de muñecas sexuales de alto realismo a la vista y al tacto.  “Aquí puedes comprar a alguien con quien jugar”, “hechas directamente de modelos humanos”, anuncia el sitio, “100% silicona y esqueleto de metal”, completa el folleto, con opciones tanto masculinas como femeninas.

“Akimo”, un nombre japonés femenino, es su principal modelo. “¡Ama jugar contigo!”, le anuncia el sitio al visitante, quizás para excitarlo. “Ami” es el segundo modelo en oferta, con un disfraz de colegiala. Hasta aquí no debería haber ningún problema con una muñeca sexual, pero el problema son Ami y Akimo mismas, lo que confina el sitio al lado oscuro de internet: ambas no reproducen a mujeres adultas, sino a niñas. La muñeca Akimo, por ejemplo, reproduce con pelo largo, negro y lacio a una chica de apenas nueve años de edad.

Durante las últimas semanas, según revelaron fuentes policiales a Infobae, el entrerriano César Maximiliano Escobar, electricista y albañil de oficio, de 35 años de edad, ingresó al sitio. Un investigador particular al servicio de la división Búsqueda de Prófugos de la PFA entabló contacto con él en la deep web a través de un usuario falso. Escobar le habló, revelando su posición: decía estar en Capital Federal. Por otra parte, la PFA contaba con cierta información, un posible domicilio en Saavedra.

En la tarde de anteayer, luego de semanas de seguimientos infructuosos y cámaras montadas, la división Búsqueda de Prófugos lo esposó a la entrada de un departamento sobre la calle Mariano Acha mientras cargaba un bolso de viaje. En abril de 2008, Escobar había sido condenado a 14 años de cárcel en Río Grande, Tierra del Fuego. El delito: violar a una niña de seis años, la nieta de su ex pareja.   

El hecho había ocurrido siete meses antes, el 5 de octubre de 2007, en una pensión sobre la calle Moyano de la ciudad fueguina. La niña fue encontrada con un fuerte sangrado en la entrepierna, llorando, visiblemente aturdida; terminó hospitalizada por sus lesiones. Luego, en una cámara Gesell, señaló inequívocamente a la pareja de su abuela, 11 años mayor que Escobar, como su agresor.  

Imagen del sitio Akimo de la Deep Web, visitado por César Escobar mientras estaba prófugo.

Escobar fue condenado, pero los beneficios judiciales le llegaron en 2013 tras cumplir siete años y nueve meses de su condena: el Juzgado de Ejecución del Distrito Judicial Norte de Tierra del Fuego le otorgó la posibilidad de realizar salidas laborales, en un fallo que generó una fuerte polémica motorizada en las redes sociales por la abuela de la víctima.

Había todavía más beneficios judiciales en el horizonte. En 2015, con siete años de su condena todavía por cumplirse, Escobar accedió a la libertad condicional. Se asentaría en Concordia, Entre Ríos, su ciudad natal.

Escobar debía presentarse periódicamente en un juzgado de Concordia para notificar su presencia, un requisito básico para continuar libre. Dejó de hacerlo en junio de este año, lo que disparó un pedido de captura en su contra supervisado por un Juzgado Nacional de Rogatorias. En paralelo, Escobar había obtenido empleo en blanco a principios de este año en una constructora porteña.

Lo cierto es que Escobar fue liberado poco después de su captura. Allegados al condenado por violación enviaron diversos documentos a Infobae para justificar su situación, como un documento del Patronato de Liberados de Entre Ríos con fecha de septiembre de 2016, en donde Escobar pedía notificar un cambio de domicilio precisamente en la calle Mariano Acha en Saavedra donde  fue arrestado por la PFA “en busca de una mejora laboral y económica”, además de pasajes de viajes a Concordia con fecha del mes pasado. Otro documento del Servicio Penitenciario entrerriano de junio de este año también muestra constancia del domicilio de Mariano Acha. Aun así, el Juzgado Nacional de Rogatoria lo apercibió ante  su liberación por modificar su dirección sin la autorización del tribunal. 

No es la primera vez que la deep web -que la división Búsqueda de Prófugos rastreó por protocolo, algo común en búsquedas de evadidos condenados por delitos sexuales- resuena en un expediente argentino. El año pasado, un tribunal oral federal condenó al jujeño Miguel Abdón Janco a 32 años de cárcel por violar a su ahijado y a otros dos niños de su familia, filmar los abusos y subir los videos a The Love Zone, un foro de la Internet profunda frecuentado por más de 40 mil pedófilos. Una camiseta del club San Miguel de Tucumán fue lo que llevó a su captura.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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