La generación de competitividad y sus actores

Si analizamos el devenir de la evolución competitiva de los países líderes observamos que durante su desarrollo encontraron formas de manejar los conflictos que naturalmente se presentan entre el Estado, las empresas y la sociedad civil y que de un modo u otro inciden sobre sus intereses.

Los acontecimientos que vimos la semana anterior de representantes del Poder Ejecutivo, Legislativo, gobernadores, líderes sindicales y empresarios, encontrando formas para mejorar la competitividad de la Argentina, las inversiones y el empleo mediante el diálogo y la negociación son auspiciosas. Y esperemos sea el punto de partida de un sistema virtuoso que, necesariamente, estará enmarcado en la estrategia de mejora gradual que plantea un gobierno respaldado por la sociedad civil a través del voto.

Los acontecimientos que vimos la semana anterior de representantes del Poder Ejecutivo, Legislativo, gobernadores, líderes sindicales y empresarios, encontrando formas para mejorar la competitividad de la Argentina, las inversiones y el empleo mediante el diálogo y la negociación son auspiciosas

Para que el sistema funcione, cada una de las partes debe estar articulada con las otras, siempre amparada en el estado de derecho, el marco legal y normativo y retroalimentado continuamente por las circunstancias del contexto nacional y global. Esto implica una complementariedad entre el gobierno, las empresas y la sociedad civil para crear las condiciones para remover los obstáculos que jueguen en contra de la competitividad.

¿Qué rol concreto juega cada una de estas partes?

El Estado determina las reglas del juego, establece los marcos de referencia para que las empresas puedan desarrollarse y les genera incentivos. Asigna recursos y establece agendas de largo plazo para colaborar en la consolidación de la competitividad. También ofrece las condiciones para que se produzca la inversión, garantiza una macroeconomía saludable y establece condiciones tributarias justas y adecuadas.

En caso de que se produzcan conflictos entre empresas, oficia como árbitro y garantiza imparcialidad en sus decisiones.

También toma para sí la provisión de bienes públicos: defensa, educación básica, justicia y sistemas de protección social, entre los más importantes. En lo relativo a la justicia, no hay que menoscabar los benéficos efectos potenciales de la “caja de pandora” que se ha abierto en ese ámbito. El gobierno debe buscar una receta equilibrada para crear un medioambiente que genere competitividad creciente. Su rol es necesariamente parcial en la construcción y puede ser un actor determinante en la destrucción.

Las empresas, cualquiera sea su tamaño, y que son las únicas creadoras de valor, se movilizan por el fin de lucro, con lo cual necesitan poner foco en el logro de utilidades y en la generación de riqueza. En el camino, deberían mejorar su productividad y su eficiencia, generar empleo, desarrollar capacidades e incorporar innovación y tecnología, todo con el objetivo de incrementar sus niveles de competencia en el mercado, satisfacer de una mejor manera a los consumidores, ganar posición, crecer y apuntar a ser sustentables en el largo plazo. Cuando buscan generar ganancias de carácter rentístico y un país poco abierto a la competencia internacional, mediante influencias indebidas con el gobierno, conspiran contra la competitividad del país.

La sociedad civil, como principal interesada (al fin de cuentas, la competitividad mejora los niveles de vida de la población), debe exigir que los agentes que administran el Estado rindan cuentas y participar de manera activa desde distintos ámbitos de debate para analizar la efectividad, la equidad y el equilibrio de las políticas públicas y del accionar de las empresas. Los sindicatos son actores relevantes de la sociedad civil.

Una actitud sindical pro-productividad es clave en la remoción de alguna de las barreras que suelen conspirar contra la competitividad

En nuestro país, a diferencia de lo que sucede en muchos otros, el sindicalismo mantiene un rol muy activo en el diseño de algunas de las políticas que afectan a la competitividad, fundamentalmente en lo relativo a salarios y condiciones de trabajo. Una actitud sindical pro-productividad es clave en la remoción de alguna de las barreras que suelen conspirar contra la competitividad.

El autor es director de la Unidad de Competitividad de Abeceb



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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