El aborto para los tránsfugas ideológicos

Una gran parte de los diputados que votaron a favor del aborto, incluidos en ellos los de izquierda, fundamentaron su decisión en el pleno ejercicio de la libertad individual de que debe gozar la mujer para decidir sobre su cuerpo. Y que el aborto es un derecho más, como el voto, las ocho horas de trabajo, la jubilación o la licencia por maternidad. Mientras el peronismo, allá lejos y hace tiempo, premiaba el embarazo, los peronistas modernos, junto a la izquierda y liberales extremos, le ahorran al empresario estos costos. Y todo en nombre de la justicia social.

Otro aspecto a observar es que la mayoría de los defensores del aborto: diputados, periodistas, actores, políticos, profesores universitarios, docentes, intelectuales de largo y corto recorrido, en sus habituales declaraciones han sido fervientes críticos de lo que denominan “neoliberalismo”, la descarnada ideología que está destruyendo a la sociedad moderna, según afirman y al parecer con razón. Ahora, ¿cuáles son sus argumentos para defender el aborto? ¡La extremización de la libertad individual! ¿Creen ingenuamente que el neoliberalismo es solo una doctrina económica? ¿O nace en otras esferas como, por ejemplo, la individualización absoluta?

El derecho a ejercer autonomía sobre su cuerpo es irrefutable, afirman. Los que hablan de pueblo, patria y voluntad general, a la hora del aborto, ignoran el destino común. Puesto que si el Estado avala esas conductas individuales, podría darse el caso de extinción de una comunidad. Me dirán que es imposible que eso ocurra, pues el aborto no es un hecho masivo. Cierto. Pero las leyes no son solo lo que prohíben o habilitan, sino los valores que deben respetarse. Las leyes son docencia. Bajan línea. Los defensores de las ideologías de la salvación por todos han devenido en el “sálvese quien pueda”. Ignoran o mejor dicho niegan que por encima de ciertas libertades individuales haya una sociedad y un colectivo humano que no se puede dar el lujo de permitir semejante desvarío. ¿Es que acaso identifican la libertad con la ausencia de vínculos?

El “derecho” al aborto pregonado por este sector pone lo privado por encima de lo público. Hay un repliegue al yo que escandalizaría a los padres de la ideología que profesan. Los derechos individuales por sobre los deberes para con el prójimo. Hay una deserción generalizada del destino común y de los valores y las finalidades sociales. Y todo en nombre de la justicia social, que ignoran, es social y no individual. A los peronistas les recomendaría la lectura del conocido texto del general Perón, La Comunidad Organizada, donde habla de la libertad individual en el marco de la realización social, con una inquietante frase cargada de actualidad al ponderar a “una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar”, en vez de descartar como se hace con el aborto.

Finalmente, lo que debieran decir todos los diputados que han votado la ley del aborto y los senadores que lo harán, si son sinceros, es que el individuo se pertenece y ningún principio, institución o código ético está por encima del derecho a disponer de su cuerpo y la vida que hay dentro de él. Si lo plantean en estos términos, nos entenderíamos mejor, pues se harían cargo, como corresponde, de su liberalismo en estado químicamente puro. No han podido sobreponerse a los tiempos solubles de una moral a la carta que el mundo transita inmutable. Se hallan sumergidos en una contradicción insalvable.

En vez de pensar en el aborto, debieran meditar en la adopción, que nos habla del esfuerzo y la preocupación de una sociedad en su conjunto para abordar el problema. ¡Esto es no dejar sola a la gente en el presente y tampoco descartar el futuro!

Es absurda la ley de adopción que rige en el país. Las mujeres embarazadas de un niño no deseado debieran tener una posibilidad más humana para resolver su angustia, como es la de concurrir a ONG, iglesias u organismos del Estado habilitados para receptar los pedidos de adopción de todos aquellos que amen criar y salvaguardar la vida de un ser humano.

En esas instituciones se armaría una carpeta con fotos, trabajo y detalles de la vida personal de los adoptantes verificados por asistentes sociales y psicólogos, y que no hacen a esta nota detallar. La mamá biológica o progenitora observaría las carpetas y en libertad absoluta elegiría el/la o el matrimonio adoptivo, se entrevistaría con ellos y mantendría un contacto activo a lo largo del embarazo. Recién ahí actuaría el juez, esto es, el Estado. Debe ser la madre biológica quien elija a los futuros padres de su hijo y no el Estado. ¡Hay que cambiar de dirección! ¿Está en condiciones de hacerlo una élite política que particulariza, individualiza y “privatiza” la decisión del aborto y estatiza la adopción?



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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