#CulturaLadoB: Kevin Johansen y su hija Miranda

Por Esteban Castromán / Iñaki Echeverría

Ensayo de Fin de Fiesta #10 en el Luna Park // Ideal, irreal, surreal

Nos invitaron con generosidad por mil al último ensayo antes del concierto en el Luna Park de Kevin Johansen + The Nada, titulado Fin de Fiesta #10. Estacionamos sin problema a una cuadra del estudio. Villa Ortúzar aún sigue siendo Villa Ortúzar y no una variable palermitana de la especulación inmobiliaria, onda “Palermo Jumbo” o “Palermo Beyond” o “Palermortuzar”.

Llegamos al estudio. Durante el pasillo entre la reja de entrada y la sala, Iñaki y yo comentamos algo respecto al título del show con cierta sospecha. Más bien a su sentido literal. Porque claro, Johansen ama jugar con las palabras y conociendo la esencia de su música resulta difícil pensar que reivindique el final de cualquier cosa, salvo como gesto para celebrar algo nuevo con su particular ironía.

Kevin tiene un talento especial para transformar en canciones temas de agenda, recurrencias culturales, acontecimientos locales o globales, y hasta fragmentos de la cultura pop: “como aquella bolsa de Belleza Americana”, en referencia a la emblemética escena de American Beauty (Sam Mendes, 1999).

Apenas entramos a la sala nuestra hipótesis fue confirmada: estos músicos lejos están de la depresión dark, más bien ejercen su profesionalismo en torno a un fogón amistoso, como idea de mundo. Barbas holgadas, remeras de rock color negro, algunas rastas y sensibilidad abierta para incorporar ritmos y texturas de cualquier rincón de la galaxia.

Unos minutos antes de entrar, Miranda Johansen nos contó que está por sacar un disco de canciones ensoñadas. Abrieron la puerta. Luego les sigo contando, nos dijo.

Y ensayaron Es como el día, hermosa canción a dueto entre Miranda y Kevin Johansen.