Bernardo Stamateas: "La frustación es buena porque nos fortalece y nos hace ser creativos"

Bernardo Stamateas  presentó  Calma emocional, su nueva obra donde aborda las problemáticas que desarrollan miles de personas a diario en las grandes ciudades: ansiedad, preocupación y  miedos que producen daños tanto a nivel psicológico como físico y resultan una epidemia difícil de detener.

Stamateas propone reconocer y aceptar los miedos, enfrentarlos cada día y lanzarse a la búsqueda de la plenitud tanto en lo laboral como en lo personal, fortaleciendo la estima y la confianza en nosotros mismos con la elección de pensamientos orientados a la acción.

Cada vez más se consulta por estos temas en los que Bernardo fue uno de los precursores al tratarlos y se ve reflejado no solo en sus obras sino en sus talleres cada vez más concurridos. Lleva años recorriendo el país con un solo lema: transformar el “no me animo” en “yo puedo” para hacer realidad nuestros proyectos y sueños.

-¿Por qué decide escribir este libro?

-Por la cantidad de correos, de preguntas que me va haciendo la gente, sobre el problema número uno del país que es la ansiedad. La ansiedad en una menor medida es saludable pero cuando nos excede, nos enferma.

– ¿Qué sería ser ansioso?

-La ansiedad es una emoción que nos acelera. Nos lleva del punto A al punto B. Suponete que estamos tomando un café en Aeroparque, charlando cómodamente y nos olvidamos de embarcar, nos llaman y salimos corriendo al avión. Eso es la ansiedad del punto A al punto B. Pero una vez que te sentás en el avión dejás de correr, si dentro del avión seguís corriendo, eso es ansiedad patológica. Es una emoción que nos acelera y esa emoción es necesaria cuando hay que acelerarnos. El problema está cuando internamente vivimos corriendo.

-¿Va acompañada del miedo?

-Sí. La diferencia con el miedo es que el miedo es específico. El miedo es: tengo miedo a la vejez, a la muerte, a un perro, tengo miedo social a ser rechazado. Mientras la ansiedad es una emoción general. Me preocupa algo y no sé bien qué. Estoy intranquilo, como que algo va a pasar. Básicamente yo definí la ansiedad como un choque entre dos relojes, o sea, el reloj externo y el reloj interno. El interno va más rápido que el externo. Entonces, a la persona la citan a las ocho de la mañana para una entrevista y se despierta a las cuatro. Lo que sucede en la ansiedad es que la persona se hace preguntas hipotéticas, ¿y si me enfermo? ¿y si pierdo el trabajo? ¿y si no tengo un hijo?

-Vivir de supuestos…

-Exactamente. Y a esos supuestos le agrega un pensamiento catastrófico. Seguro me va a ir mal, nadie me va a querer, me voy a morir. Ese pensamiento catastrófico potencia a la ansiedad. Es decir, diríamos de la ansiedad que es una pregunta hipotética con una respuesta catastrófica que a su vez realimenta una nueva pregunta, que a su vez realimenta una nueva respuesta. Y eso empieza afectar la salud. Puede hacer que la persona empiece a olvidarse cosas, a sentirse cansada, agotada, hasta puede llevar a un ataque de pánico.

-Hasta se podría hacer realidad, ¿no?

-Sí. La profecía autocumplida. Efectivamente. Si a vos te dicen ‘mirá, te leí en la mano que a vos a los 40 años te puede pasar no sé cuánto’, y vos te sugestionás, ese día saliste y te acordaste de esa profecía, te agarra ansiedad y te lleva a la hipervigilancia y te pisa un camión. Vos decís se cumplió, bueno, las palabras tienen poder.

-¿Por qué la ansiedad es el mayor problema de los argentinos?

-Nosotros nos enfermamos por muchas causas y una de las causas es la cultura. La cultura es generadora de determinadas enfermedades cíclicas. Por ejemplo, ataque de pánico en los pueblos no hay, es un problema de las grandes ciudades. Antes el estrés no era un gran problema, hoy lo es. La cultura es un gran bazar de ideas de donde nosotros vamos tomando algunas. Es la construcción de determinadas enfermedades. Sumémosle a eso los problemas de familia, la dificultad de tolerancia, la necesidad de tener todo ya, de olvidarnos de los procesos. Un adolescente dice ‘quiero lograr esto’, quiere el suceso pero no ve el proceso, que para llegar a que suceda tiene que haber un desarrollo antes.

-¿Eso lleva a menos tolerancia a la frustración?

-Exactamente. Entonces la persona no soporta el no. Ve el obstáculo como una señal de abandono. Fui a estudiar, cursé una materia, me fue mal, yo dejo, no es para mí. El otro día me decía una mamá: a mi hija le fue mal en la facultad y dejó la materia. Le digo: que apruebe y que después abandone. Hay que irse en el éxito. En el éxito no se va nadie.

-Es difícil…

-Es más difícil pero no hay que irse en la derrota. La frustración no es mala, tiene mal marketing. La frustración es buena porque nos da piel de rinoceronte y nos genera pensamiento creativo. Cuando vos tenés un hijo y está aburrido, no le des el celular, el ipad, ¿qué puede hacer para entretenerse, para divertirse? La frustración tiene que ser una fuente de pensamiento creativo.

-¿Cómo se hace para no caer en pensamientos negativos?

-Pararnos en nuestras fortalezas. Pensar en el currículum de batallas ganadas. ¿En qué cosas yo soy bueno? Yo le digo a la gente que no tiene trabajo: ‘ya tenés trabajo, tu trabajo es buscar trabajo’. Lo segundo es: cuando vayas a responder preguntas, no vayas a responder preguntas, andá a vender tus fortalezas y mostrá cómo lo que sabes hacer va ayudar a la empresa. Parate en las fortalezas porque autoestima no es yo puedo, yo valgo, yo sé. Autoestima es sé qué puedo y qué no puedo. Sé qué me sale bien y qué me sale mal. Y como me veo en totalidad, sobre lo que no sé puedo pedir ayuda, puedo decir: ‘no sé, ayúdame’. Entonces, gestiono mis debilidades y mis fortalezas. Lo que tenemos que hacer es pararnos siempre en las fortalezas.

-¿Qué miedo ve en general en los argentinos?

-Todos. Pero te diría, por ejemplo, miedo a la vejez. Tengo miedo a envejecer. Yo puse en el libro que no hay una etapa más linda que otra. Cada etapa tiene su encanto. En ninguna tuvimos todo. Y en ninguna nos faltó todo. Hay que descubrir el encanto de cada etapa evolutiva. En la juventud será la fuerza, en la madurez será la experiencia. Después, veo el miedo a la muerte que es el miedo a la vida. Cuando no tengo proyectos, sueños en el presente, aparece el miedo a la muerte. Es la falta de proyectos en el hoy. Porque no tener sueños y estar muerto es lo mismo. También está el miedo a que le pase algo a los seres queridos. Uno de los miedos muy frecuentes es el miedo al rechazo social, tengo miedo a hablar en público, tengo miedo a que me rechacen.

-¿Miedo a no ser aprobado?

-Sí. Es el miedo a no ser aprobado porque antropológicamente el hombre funcionaba en manadas. El que no estaba en una manada moría, no podía sobrevivir. Por eso nos duele tanto el rechazo. El rechazo es te estoy sacando de la manada. Hay gente a la que la crítica la destruye. Puse en el libro que para que la crítica no te afecte, que tampoco te afecte el halago. No hay que creérsela. Porque el empoderamiento, la capacidad de adentro para afuera, nunca es de afuera para adentro. Cuando yo creo, porque tengo el título, ahora puedo, porque me felicitaron, porque ahora sé más, yo estoy empoderado equivocadamente porque siempre voy a necesitar del afuera. Si me empodero internamente, entonces a partir de ahí yo puedo construir.

-¿Con las redes uno tiende a frustrarse más facil?

-Exactamente. Muchos chicos te dicen: me bloqueó, no me faveó, estoy mal. La depresión por Facebook. No hay que confundir el lenguaje virtual con el real. Cuando yo te digo tengo 200 amigos en Facebook, esos no son amigos. El amigo es cara a cara. Me rechazaron porque me bloquearon, eso no es rechazo. Rechazo es cara a cara que te digan que no te quieren. No hay que mezclar los lenguajes. Son dos lenguajes distintos. Cuando una persona sube fotos, y pone acá estoy, ahora tomé un café, voy para allá, está buscando la mirada, la estima. Pero esa mirada de las redes es un disfraz de la autoestima. Nunca es autoestima, por eso nunca termina y la persona siempre lo busca. A todos nos importa la opinión de los demás o de cierta gente pero no nos tiene que condicionar. Tenemos que pararnos en nuestra propia voz.

-El otro día escuchaba a una amiga que me decía que subía fotos, una vez que conseguía los likes y le comentaban, ya se sentía bien. No hacía falta que salga, total ella ya subió la foto. Es un poco loco, ¿no?

-Claro, hasta la próxima foto. Porque después va a subir otra porque no le alcanza. Es una pseudo estima porque a vos te halagan y te hace bien, pero no termina de armar tu estima porque es de adentro para afuera. Uno queda atrapado en la mirada del otro.

– ¿Cómo sería tener miedos prestados?

-Muchos de los miedos que tenemos nos los prestaron de nuestros padres, de nuestra casa. Vos imagínate que tenés una mamá miedosa y entonces vos le decís: ‘mamá me aumentaron el sueldo donde trabajo’ y te dice: ‘te van a secuestrar, decí que te bajen’. Le decís voy hacer tal cosa, tené cuidado. O el camino de la sobreprotección, yo te llevo, yo te traigo, yo te hago. ¿Cuál es el mensaje acá? Vos no podés por eso yo te estoy sobreprotegiendo. La sobreprotección no es sobre ni es protección. La sobreprotección es como vos no podés, yo estoy haciendo todo por vos. La persona que recibe la sobreprotección recibe un mensaje de impotencia. Y le digo a los papás pensá cuando no estés. ¿Qué va a pasar con tu hijo? La sobreprotección no sirve. Si tu hijo se saca un dos en matemática y un ocho en biología, primero marcale el ocho, felicítalo y ahora andá por el dos. Nunca la negativa, nosotros cambiamos por la positiva.

– ¿Hay frustraciones prestadas?

-Sí. Por ejemplo, tenés un papá, una mamá, que no pudieron hacer “x” cosa y quieren que la hagan los hijos. Quiero que mi hijo repare la frustración mía. Como yo no pude tocar piano, quiero que mi hija o mi hijo toque el piano. Yo reparo mi historia en mi hijo. Quiero que sea una extensión mía y no que sea alguien que tenga sus propios proyectos. Otro ejemplo, el maltratador. ¿Qué le pasa? Está frustrado en un montón de áreas que no pudo identificar y lo que hace es descargar su enojo con su pareja. Cree que es su pareja pero en realidad es la frustración de que no pudo estudiar, de que no pudo lograr lo que quiso. La introspección, mirar para adentro, es un signo de salud mental.

-¿Qué consejo le da aquella persona que pasa por esta situación de frustración y de miedos?

-Aunque tengas miedo hacelo igual. El miedo no hay que evitarlo. Tengo miedo al rechazo, ¿qué pasa? me quedo en mi casa, no voy a bailar, no salgo, y no lo resolví, al contrario, alimenté al monstruo. Lo que tengo que hacer es enfrentarlo con pequeños cambios. Lo mínimo es lo máximo. Puse ahí una máxima que tenemos en psicología. Un poquito más de lo que me hace bien. ¿Qué te hace bien? Caminar. ¿Cuánto caminas? 30 minutos. Caminá 35. ¿Qué te hace bien? Tomar un café con una amiga. ¿Cuánto tiempo lo haces? Una hora. Hacelo una hora y diez. Un poquito más de lo que me hace bien, un poquito menos de lo que me hace mal. ¿Qué te hace mal? Hablar con mi jefe. ¿Cuánto tiempo hablas? Diez minutos. Habla siete. El miedo es una voz que nos dice que hay un peligro, tenemos que escuchar y armar el plan. Los problemas los resolvemos haciendo. No pensando.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

Sé el primero en comentar en"Bernardo Stamateas: "La frustación es buena porque nos fortalece y nos hace ser creativos""

Dejá un comentario

Tu dirección de Correo Electrónico no será compartida


*